viernes, 25 de junio de 2010

APORTACIÓN DE CHAQUI IÑESTA SOBRE EL CAPÍTULO XIV

Al leer el Capítulo XIV de Lenaers me doy cuenta de que los sacramentos tienen que ver con las etapas importantes de nuestra vida.


Es una pena que el Bautizo en la actualidad se haga como algo separado de la vida diaria, donde solo es un requisito más, porque los papás únicamente piensan en las personas que se van a invitar y quiénes serán los padrinos, deseando que sean personas que estén muy bien económicamente hablando. Pero no les interesa en lo más mínimo seguir preparando a sus hijos de lo que implica estar Bautizados. No les explican que es una "vinculación consciente con la comunidad eclesial que lo acogen, porque es en ella donde se encuentra a Jesús y mediante Él al Padre" como dice Lenaers. Yo creo que se deberían de Bautizar cuando son más grandes, más preparados de lo que es recibir este Sacramento.



En cuanto al Sacramento de la Confirmación qué bueno que en la actualidad se trata de hacer a la edad de los 14 ó 15 años, los chicos ya están un poco más conscientes, los muchachos están necesitando a Dios, pero ni siquiera lo saben porque no lo conocen y nunca han tenido un encuentro personal con Él. Con los años que llevo trabajando con los jóvenes, descubro que en esta etapa de su vida tienen muchas dudas de fé, también problemas con sus padres, maestros y compañeros de escuela. Por esto el llevarlos de la mano a un encuentro con ellos mismos, con sus papás, con sus amigos y sobre todo con Dios, los marca fuertemente, puesto que en los momentos que lo necesiten recordarán que Dios los ama profundamente. Algunos de ellos me han comentado que su vida nunca ha sido igual después de este maravilloso encuentro con Dios a través del Espíritu Santo, en este Sacramento de la Confirmación.



En el Sacramento de la Unción de los enfermos, estoy segura que lo que más ayuda es que la persona que lleve este Sacramento esté continuamente con el enfermo, que no solo esté un día y nunca más. El que se les de acompañamiento y consuelo es de mucho apoyo en estos difíciles momentos de su vida, en esta etapa de transición, tener la seguridad que todo está bien y que solo es un paso el que van a dar. Me encantó leer lo que escribió Meche, se ve que ella ha vivido plenamente este Sacramento, como un apóstol de la salud con sus seres queridos.



En cuanto al Sacramento del Matrimonio en las diferentes lecturas me encantó descubrir este Sacramento, fue algo muy enriquecedor. Yo personalmente me casé muy joven y creo que en esa época muchas lo hicimos sin saber muy bien a lo que nos estábamos comprometiendo, pero eso sí, no estábamos pensando como lo hacen los jóvenes en la actualidad, si me va mal, me divorcio. Estoy segura que todos los matrimonios hemos tenido momentos maravillosos cuando nace cada uno de nuestros hijos y en la actualidad el nacimiento de cada nieto…. Pero también hemos tenido momentos muy difíciles, problemas económicos, enfermedades de nuestros hijos o de nuestra pareja, problemas de comunicación, etc. etc. El saber que podemos perdonarnos una y otra vez y volver a empezar con la presencia de Dios (que es Amor) en todo momento, esto nos ayuda siempre. Cada día descubro que me encanta ser esposa y madre, disfruto mucho a mis 4 hijos y a mis 3 nietas cuando nos reunimos todos alrededor de la mesa y platicamos

lunes, 14 de junio de 2010

APORTACIÓN DE RITA TOVAR SOBRE CAP. 14 EL MATRIMONIO

MI REFLEXIÓN SOBRE LA RELACIÓN DE PAREJA, O SEA LA VIDA DE MATRIMONIO.

Es bueno decir que a pesar de ser considerada una de las opciones más difíciles, a pesar del asombroso incremento progresivo de separaciones y divorcios, el matrimonio es una costumbre absolutamente universal que observamos en todos los tiempos y todas las culturas, y constituye, especialmente en la mujer, un anhelo y un estadio obligado de su vida. Cabría preguntarnos ahora o bien, preguntarme: porque sucede esto?, ¿porqué las mujeres deseamos casarnos o llega un momento en nuestras vidas que tenemos que dar este paso? (creo que esto es tema de otra reflexión).

Una vez dicho lo anterior, trataré de escribir un resumen de lo que para mí ha sido la relación de pareja (mi “matrimonio”).

Puedo decir que soy heredera de nuestra cultura, crecí creyendo (ojo creencia) que una vez que estuviera en edad de casarme así debería ser, así que llegado el tiempo, se cumplió ese supuesto, conocí al que hoy es mi pareja en tiempos de estudiante, para ser más precisa en la preparatoria; sin embargo, nuestra relación se concreto estando ya en la universidad, pues nos enamoramos, nos gustamos, y nos casamos.

No teníamos nada, quiero decir, no teníamos casa, carro, ni bienes; pero aun así nos casamos, (eso no fue ningún impedimento) estábamos estudiando aún cuando apareció la maternidad en mi vida, es así que siendo estudiante, esposa, y además de estar ya incorporada a la vida productiva, di a luz a mi primer hija, esto fue algo maravilloso, pero también algo desconocido y una responsabilidad más, tuve que ser la mujer pulpo, para ir cubriendo todos los frentes. Terminamos la universidad, con dos hijos como título también, pues en ese mismo periodo de estudiantes, nació mi segundo hijo, (otra maravilla) fue difícil esa época, ya que debía trabajar, estudiar, ser mamá, ser esposa con lo que ello implica, afortunadamente Hugo ayudaba en los deberes del hogar, entre los dos nos repartíamos los quehaceres hasta donde se podía.

Inicialmente esta relación iba bien dentro de lo que cabe decirlo, a pesar de tener esa gran responsabilidad de ser madre, esposa, profesionista, ama de casa, etc. Más tarde, después de once años, nuevamente se presentó la maternidad en mi vida, ya que llegó nuestra tercer hija, otra maravilla, pero también una responsabilidad más.

La vida siguió su curso, y puedo decir que he vivido el amor, que he amado, que me he sentido amada, pero también he conocido el desamor, el dolor, la desilusión, la traición, y tantas emociones más, propias e inherentes a todo ser humano. Seguramente coincide mi vivencia de pareja con la de tantas otras, con las salvedades de cada cual, pues en la relación de pareja no todo es miel sobre hojuelas, y no estoy hablando de algo nuevo, como ya lo dijo alguien, hay ocasiones en que uno cree estar durmiendo con el enemigo algunas veces y con el gran compañero de la vida otras, con ese príncipe azul de los cuentos de hadas, no es cierto?

Nada fácil es estar en esta relación, porque después de lo buenito y bonito del noviazgo aparece la realidad de ambos, así que hay un gran choque de personalidades, las máscaras se caen, algunas veces de sopetón otras, poco a poco, así que la vida misma representa un viaje donde se encuentra de todo. Puedo decir que debido a las crisis que aparecen en este vínculo es que se vio cuestionada mi matrimonio, sin embargo gracias a esas crisis es que he tenido que crecer, ahora doy gracias a esa crisis y también al desarrollo humano y más aún a la búsqueda espiritual, donde he ido encontrándome, y encontrando a Hugo, (aun es un proceso, porque esto implica trabajar con uno mismo, ya saben el ego, la sombra… que cuando se enfrentan hacen fuego, pero el fuego purifica) estoy convencida que solo el amor y el encuentro con el otro nos posibilita madurar y nos permite salir del mundo infantil o fantasioso que alguna vez nos invadió y que el poder de dos se convierte en una gran fuerza para seguir en esta relación, cuando hablo de poder me refiero al amor por uno mismo y por el otro, en eso estoy… aprendiendo a Amar con mayúcula.

Se me agolpan en la mente muchos pensamientos, ideas, y demás cosas, que en otra ocasión relatare, ahora solo quiero decir que no hay que perder el tiempo en resentimientos por lo que nos hicieron, es mejor darle la vuelta y decir que tenemos enfrente a un maestro, que si fracasamos, el fracaso es mejor maestro que el éxito.

jueves, 10 de junio de 2010

SOBRE BAUTISMO, ORDEN SACERDOTAL Y UNCIÓN DE LOS ENFERMOS

LOS CINCO LLAMADOS RITUALES DE TRÁNSITO.



VIOLETA ELIZABETH ALVAREZ BARRAGÁN


BAUTISMO

Se pensaba que al ser bautizado se adhería a Jesucristo y por medio de los signos se realizaba una transformación interior, además se le acogía por una comunidad, era borrado el pecado original y se infundía la gracia santificante.

Ahora entiendo que esté o no bautizada soy hija de Dios y la gracia es un regalo, que no hay pecado original alguno porque somos creados por amor.

Nos bautizamos para ser humanos en plenitud, para decidir aceptar o rechazar a Dios y la decisión es pública, en sociedad, como hombre integrante de la comunidad.

Nos bautizamos porque creemos en la bondad del hombre y esperamos un mundo mejor. Queremos que la Iglesia sea hogar y signo de fraternidad.

El ser humano se va haciendo humano y no por bautizarse se hace cristiano. Al nacer el nuevo bebé hay que agradecer a Dios por el nacimiento y para que a través de su vida se vaya transformando en un ser libre, consciente de su misión en este mundo y con los demás.

Para mí sería mucho mejor bautizarme cuando estoy consciente de lo que quiero y a lo que voy, no nada más porque así debe ser, aunque por mi formación cuantas cosas se me vienen a mi cabeza.

Cuando los niños están muy inquietos me decían ya bautízalo para que se le salga el diablillo y como influía que al ser bautizados los veía más tranquilos. Así como que era necesario para la salvación.

CONFIRMACIÓN

Para mí la confirmación es hacerme responsable, comprometerme, formar parte de una comunidad y dar un servicio. Confirmar con acciones que quiero seguir el mensaje de Jesús y darlo a conocer, para eso necesito estar de acuerdo y querer hacerlo y que no sea impuesto.

Si un sacramento debe ser creador y fructífero, entonces es absolutamente requerido que tenga sentido y sea inspirador como signo. La confirmación significa don y misión.

Después del Concilio II sigue habiendo ambigüedades, en relación a la edad a la que debe llevarse a cabo, como lo comento al iniciar el escrito es mejor que cada quién lo decida.

Cómo me gustaría que los jóvenes descubran cuáles son sus carismas y que los pongan al servicio de la comunidad y que la celebración tenga verdadera relación con la vida.

UNCIÓN DE LOS ENFERMOS

En aquellos tiempos los médicos eran charlatanes o curanderos, entonces era mejor confiar en la fuerza de sanación que Jesús les había prometido a sus discípulos que en un poder humano muy insuficiente.

Al visitar al enfermo lo más importante es la imposición de manos que el rito de la unción porque al tocar al enfermo con amor puede tener una experiencia no tanto en la salud sino en una paz interior.

Jesús Hernández Carracedo considera que debería ser un sacramento celebrativo en el proceso de acompañamiento al enfermo y su familia. No es sólo para los últimos momentos sino un acompañamiento, acercamiento y presencia por el sacerdote al enfermo y su familia.

Creo que este sacramento lo podríamos dar los laicos, acercándonos más a los enfermos de los hospitales dándoles palabras de aliento y platicando con ellos.

ORDEN SACERDOTAL

El sacramento no es el sacerdocio, sino el rito de consagración. El presidente de esta comunidad no debe entenderse y comportarse como un maestro, él es servidor de todos y su derecho a tomar decisiones lo debe a la participación del Espíritu de Jesús en la comunidad.

Las comunidades cristianas necesitan presidentes no tanto consagrados, cuanto inspirados y creyentes sean éstos hombres o mujeres, que se sientan llamados a mantener la fe viva en Dios y en Jesucristo. Y nadie duda que hombres y mujeres casados pueden ser excelentes anunciadores o anunciadoras.

El celibato no se opone al matrimonio, el acoso sexual del clero es abuso de poder e injusticia. El que se lleve a cabo el ministerio podría ser casado con la aptitud de animar, servir y unir comunidades. Vivir sin relación sexual puede tener sentido, pero vivir sin amar deshumaniza (Juan Masiá).

Estuve leyendo varios de los artículos y estos comentarios me llamaron la atención:

Jesús no impuso a ninguno de sus apóstoles la obligación de vivir soltero. La imposición es una ley de la Iglesia Latina, no de la Iglesia Universal. Lo que Dios quiere es que el amor entre hermanos sea lo más intenso y lo más auténtico posible.

Una manera para que se incremente el número de sacerdotes es que quieran realizar una vida matrimonial sin perder su fe y sin abandonar su vocación.

En el Concilio de Nicea (325) una vez ordenados, los sacerdotes no pueden casarse. Después en el Concilio Vaticano I se establece la infalibilidad del Papa.

Juan Pablo II hace esta declaración en 1993 el celibato no es esencial para el sacerdocio, no es una ley promulgada por Jesucristo. En el evangelio encontramos la respuesta al sacerdocio, todo ser humano alberga su gracia y todos somos sacerdotes.

Yo creo que no hay ningún inconveniente en que los sacerdotes se casen siempre y cuando lleven a cabo su misión, de esta manera su experiencia sería más enriquecedora en todos sentidos. Así como que las mujeres también ejerciéramos este sacerdocio.

lunes, 7 de junio de 2010

UNCIÓN DE LOS ENFERMOS APORTACIÓN DE MERCEDES L. DE OCEGUERA

Sacramento de la Unción de los Enfermos


Recordando el capítulo de los sacramentos del libro de Lenaers, que tan ricamente lo enriquecimos y profundizamos con otros teólogos, como Leonardo Boff, Martínez Lozano, y otros, veíamos que cada cosa, cada suceso histórico, y que el mundo entero es el gran sacramento de Dios, en donde lo efímero se transfigura en señal de la presencia permanente, y lo temporal en símbolo de lo eterno.

Pero esto solo es posible quien vive a Dios, Dios se le presenta como un misterio tan absoluto y radical que se anuncia en todo, lo penetra todo y en todo resplandece.

Si cada momento histórico llega a ser un sacramento de Dios, todo acontecer es un sacramento, en el que se empalma lo visible y lo invisible. Un sacramento es el punto de encuentro de Dios y el hombre, y para ello se precisa del agua, el abrazo, el pan, la mesa de familia, el gesto de perdón, la imposición de manos.

Vimos también que la Iglesia había institucionalizado 7 sacramentos, para los momentos más decisivos en la vida del cristiano. El primero con la iniciación y entrada a la Iglesia, pasando por el crecimiento, fortalecimiento y confirmación de su fe, la decisión de vocación en la vida, etc. Y finalmente el momento inevitable con la muerte.

Es el sacramento de la unción de los enfermos, que como dice Lenaers, sigue teniendo sentido en cuanto en los signos rituales, con un Jesucristo preocupado que viene en la forma de su comunidad a visitar al enfermo, le impone las manos y lo unge de óleo.

A pesar de su nombre de unción de los enfermos, la imposición de manos es más importante que el rito de la unción, ya que el tacto de manos llenas de amor, puede llevar al enfermo a tener la experiencia de la entrada salvadora de Jesús. Entiendo como entrada salvadora de Jesús, a la experiencia sanadora de acogida, llena de paz, serenidad, confianza, de amor, de plenitud.

Lenaers declara que no se debe tener reparo en que haya pastores de enfermos sin consagrar, y que es deseable entonces, que la Iglesia local, y en particular la comunidad parroquial sea la que dé el poder para esta representación.

Yo creo que no es necesario que la parroquia dé este poder para realizar este sacramento tan importante, tan bello, de tanto privilegio para cualquiera de nosotros. El sacramento del momento más importante, más crucial, más trascendente en la vida del hombre. Momentos en que la enfermedad llega con sus sufrimientos físicos y psíquicos, la fragilidad humana se presenta en su más dura expresión, y la muerte la vemos como algo inminente y cercano.

Creo que cualquier ser humano que vive a Dios, que se deja penetrar por El, puede realizar este maravilloso sacramento. Solo se necesita transparentar a ese Dios en mí, misericordioso, compasivo, paciente, comprensivo, dulce, apacible y amoroso, que acerca al Dios que no se ve. Dios que se hace presente y actúa en el hombre en el momento más trascendente de su vida.

Gestos de amor, actitud serena, de apoyo, de compañía, abrazos compasivos, mirada dulce, palabras de esperanza, imposición de manos……signos de por si creativos cuyo resultado es proporcional a la fuerza expresiva y a la plenitud interna de dichos signos.

Me encantó el articulo de Patricia May y he reflexionado mucho sobre él, en el que nos habla de que la cercanía de la muerte es una experiencia llena de pensamientos, sentimientos y emociones, ya que el rechazo a la muerte tiene que ver con el miedo a la pérdida de la propia identidad, a entrar en una zona de misterio donde todo lo que fuimos se acaba. Tiene que ver con el fin de recuerdos, roles, relaciones, ideas sobre nosotros mismos y el mundo que llamamos “yo”.

Sin embargo las tradiciones espirituales plantean que si dejáramos todo aquello con lo que nos hemos identificado, nos encontraríamos con nuestra identidad más profunda.

Como Patricia May, yo también digo: ¡Qué maravilla poder morir a todo aquello que nos limita, que nos apresa y que no nos permite expresar la luz y nuestro yo profundo”.!

¡"Que liberador sería transitar por las etapas de la vida nutriéndonos de la riqueza y experiencia que nos dejan sin quedarnos apegadas a ellas”!

“Aprender a morir el pequeño yo egocéntrico, neurótico, dependiente o manipulador, sería entonces una bendición y de eso se trata en el proceso espiritual de morir para renacer a nuestra identidad esencial.”

“Y así, desde este punto de vista, nuestro drama no es la muerte, sino el no poder morir a aquello que nos condiciona y nos aprisiona para renacer a la luz que hemos ocultado tanto tiempo”

Leonardo Boff, en su artículo “Vida más allá de la vida”, nos dice cómo para el ser humano, la muerte constituye siempre un drama y una angustia. Cómo todo en su ser clama por una vida sin fin, pero no por eso puede detener los mecanismos de la muerte que se aproxima inevitablemente. La vida va gastando su capital energético hasta morir, pues todo lo creado está sometido a la segunda ley de la termodinámica, la entropía.

Sin embargo, Boff, retoma el grito de San Pablo: ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?, y respondía: Gracias a Dios, a Jesucristo Nuestro Señor. Esta frase testimonia el hecho mayor de que alguien nos libró de la muerte. En alguien la vida se mostró más fuerte que la muerte e inauguró una sintropía superior.

Es el significado principal de la resurrección, como una revolución dentro de la evolución, como un saltar a un tipo de orden vital no sometido ya a la entropía.

Podemos afirmar que la vida mortal se transfigura. En el proceso evolutivo, la vida alcanzó tal densidad de realización que la muerte ya no consigue penetrar en ella.

Finalmente la angustia existencial desaparecerá y nuestro corazón se sosegará. La alternativa no es vida o muerte, sino vida o resurrección.

Así mismo, Leonardo Boff nos invita a la autorrealización a través de dos actitudes fundamentales, que debemos enfrentar y vivir permanentemente.

1) La aceptación de los propios límites.

Sabemos que entre el deseo y sus realizaciones siempre hay un desfase. Ante la impotencia de afrontar hechos que no podemos cambiar, solo existe la aceptación, o como Boff dice, aprender a ser creativamente resignados, y en vez de crecer hacia fuera, podemos crecer hacia adentro; en la medida que creamos un centro donde todas las cosas se unifican y descubrimos cómo de todo podemos aprender. Al modificarnos en nuestro centro, nacerá en nosotros una fuente de luz que se irradiará a los demás.

2) La capacidad de desapegarse.

Ésta nos llevará a la madurez personal y a la libertad interior. El desapego nos lleva a irnos despidiendo de nosotros mismos, de las cosas y personas que nos rodean hasta despedirnos de la propia vida, y en este proceso vamos dejando atrás un poco de nosotros mismos.

El sentido de este lento despedirse, nos dice Boff, guarda un sentido existencial, ya que si somos un proyecto infinito y un vacío abismal que clama por plenitud, ese desapegarse significa crear las condiciones para que algo Mayor venga a llenarnos, ¿No será que el Ser Supremo, hecho de amor y bondad nos va quitando todo para que podamos ganar todo, más allá de la vida, cuando finalmente descansará nuestra búsqueda?

Al perder, ganamos y al vaciarnos nos llenamos. Al desapegarnos de todo, de nuestros deseos, nuestro yo egoico, de nuestro identidad mortal que creemos ser, nos encontraremos con nuestro verdadero yo.

Después de todas estas reflexiones de lo que significa la muerte para el ser humano y para mí, yo quisiera prepararme, a través de estudios de tanatología y espiritualidad, en la pastoral del enfermo, en pastoral del moribundo, ser un pastor no consagrado y hacer de estos momentos un verdadero sacramento. Acompañar amorosamente en este paso definitivo, hacer presente a Dios, nosotros, como comunidad, a través de signos visibles, y ayudar a que el miedo, temores y angustia, se transformen en momentos de verdadera confianza en un Dios amoroso, llenos de serenidad y luz. Deseo ser un testigo fiel de este proceso en vida de aceptación de mi limitación humana y de una vivencia profunda de desapego, y vivir a Dios en cada momento de mi vida.