miércoles, 23 de febrero de 2011

PARTICIPACIÓN DE CLAUDIA R. GRANADA DE DUARTE

HACIA DONDE VOLVEMOS? Capitulo 18

SOBRE LA ORACION

Claudia R. Granada de Duarte



En toda mi búsqueda por entender quien soy, de donde vengo, de tratar de aclarar y tener respuestas a mis hijos de cómo formar una identidad propia sin perder nuestra espiritualidad, y que además me sostenga en todos los aspectos de mi vida, de mujer, de mamá, de esposa y de persona completa sin morir en el intento, he encontrado respuestas durante estos años de estudio, en este maravilloso grupo y curso, y me llena plenamente y me satisface saber y darme cuenta que hay mucho que saber y hacer, que para ojos de mucha gente nuestra Iglesia y Religión porque ahí es donde tratamos de encontrar algunas de nuestras respuestas, nos han decepcionado, traicionado, engañado y manejado para no encontrar exactamente nada,… nada de respuestas.

Pero en este grupo he encontrado una inalcanzable y enriquecedora forma de ver, que hay mucho por saber, por conocer, en caminos que no son precisamente donde buscaba.

Pero hay una parte de mi vida que se da día a día en todo momento, y que todavía no encuentro, y me sorprende todas las noches o ante una preocupación o una emoción no encontrar palabras……Me encuentro con mi silencio porque ahora no existe ninguna frase, ninguna oración para “ un….” como decirlo,… tengo la confianza, tengo la paciencia, tengo la certeza de que Dios está en mi y estamos bien, pero me falta una oración que me de paz me tranquilice, que me abandone en ella, que contagie, para dejar ahí mis preocupaciones, para lo que no puedo ya hacer nada y ya no está en mis manos.

Es como dice Lenaers “horror al vacío”, al dejar atrás los “dos mundos”, el de arriba y el de abajo, es más difícil que dejar el poder de los padres y depositarlos en un poder de otro mundo, que me resuelva lo que ya no puedo sola.

Me queda claro y me gusta saber que no hay otro allá arriba a quien yo pueda motivar para que haga algo por mí, pero él que todo lo completa, me escucha, y estoy destinados a su encuentro, hasta ahora lo sentía ajeno y fuera de mi, en momentos de oración.

Si este encuentro lo he pedido de manera infantil e incompleto, porque así me lo enseñaron, y si además como lo he pedido a través de peticiones lejanas y con intercesores, me explica la insatisfacción, en lugar de llegar a una plenitud.

Creo que hasta ahora podría escribir lo siguiente.

Dios:

“Hace mucho que no te pido nada,

Porque ya entendí que lo que tienes preparado para mi es mucho mejor.

Lo estoy dejando, lo estoy disfrutando,

Lo estoy saboreando,

Porque todo está bien,

Para mí para los míos,

Para los de adentro para los de afuera,

Así es lo mejor que debe ser,

Así Tú y Yo lo vemos igual,

Vemos la Vida sin límites.”

Amén.

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