viernes, 19 de noviembre de 2010

PARTICIPACIÒN DE ANA LAURA JIMÈNEZ C. SOBRE EL CAPÌTULO XVI

Hoy se está perdiendo la “conciencia de pecado” nos dicen con preocupación algunos agentes de la evangelización. Algunos párrocos recomiendan a sus catequistas que introduzcan puntos de vista y lenguajes más modernos en su tarea evangelizadora, siempre y cuando los niños no pierdan “la conciencia de pecado”. Yo creo que tienen razón en preocuparse ya que es cierto que se está perdiendo esta conciencia , pero esto no se debe ni a la secularización ni al olvido de Dios, y sí creo que la razón de tal preocupación tiene mucho que ver con la preocupación de perder el control que ha tenido hasta ahora la jerarquía eclesiástica.

Creo que concepto de pecado debe de replantearse no sólo desde lasa ciencias humanas especialmente la psicología que nos dice que las conductas destructivas del ser humano son básicamente resultado de la falta de satisfacción de necesidades básicas, sobre todo de la necesidad de amar y ser amado, sino sobre todo desde una teología “teónoma” como diría el Padre Lenaers, , y en este replanteamiento podría resultar para algunos como yo que ya no tiene sentido el seguir hablando de “pecado” y menos como un concepto central en la doctrina cristiana de la fe.

Existe la tendencia a abordar la realidad del pecado reduciéndolo a sus consecuencias éticas y no mirando su raíz, por lo que es necesario plantear esta realidad desde su realidad ontológica, es decir, desde su fundamento. ¿Quién sabe lo que es el pecado?” decía en la Vulgata, el verso de un salmo que ha hecho meditar a generaciones de cristianos. ¿Quién se da cuenta de sus yerros? (Sal. 19, 13) Al menos una cosa se puede responder con seguridad que ni el hombre, ni tampoco ninguna teología, ética o filosofía pueden explicar lo que es el pecado.

El Padre Lenaers nos dice que desde un lenguaje teónomo, figurado pero más intramundano y más acorde con los tiempos, detrás de lo que hemos llamado “pecado” se esconde esencialmente la angustiosa experiencia de una ruptura en la relación entre el ser humano y su fundamento original y santo. La Biblia introduce al ser humano en la historia de la creación como hecho a imagen y semejanza de Dios, esto significa que la naturaleza fundamental de nuestra naturaleza es que lleva inscrita en ella a Dios como destino suyo. Creo que la diferencia entre el ser humano y cualquier otra criatura es que su humanidad o naturaleza humana consiste en su relación con Dios, es decir, el género humano no se apoya o se basa en sí mismo, sino en la relación del ser humano con Dios. SI CESA LA RELACIÓN EL SER HUMANO NO ES YA LO QUE CORRESPONDE SER. Aunque muchas voces a lo largo de nuestra historia han negado esta realidad, la perspectiva de una fe cristiana adulta es que el ser humano, desde el primer momento de su existencia, se manifiesta como un SER EN RELACIÓN, es decir, que empieza a existir gracias a otro e inmerso en la realidad de otro que le acoge. De aquí que el aislamiento y la ruptura de relaciones no sean lo propio para el desarrollo de la persona humana, CUYA POSIBILIDAD DE PLENO DESARROLLO SÓLO PUEDE DARSE GRACIAS A LA RELACIÓN, que no es sino la referencia a Otro, a Dios que es “Todo en Todo” (l Cor 15,28) Dicho de esta manera, la naturaleza humana del hombre, en este mundo, consiste en una RELACIÓN DE AMOR CONFIADO HACIA DIOS y en AMOR DIVINO HACIA EL HOMBRE.

Cuando el hombre se aparta de Dios la imagen se deforma y se rompe. Si Dios se apartara del hombre, su imagen se perdería completamente y el hombre dejaría de ser humano para siempre. Desde esta perspectiva, en cualquier relación, a cualquier nivel de relación de que se trate, sea cual sea la relación en que se viva, PODRÍAMOS ABORDAR EL PECADO COMO EL NO RECONOCER QUE DIOS ES TODO Y QUE EL SER CREADO ES EL SER PARTICIPADO Y QUE LO TANTO DIOS ES TODO EN CADA RELACIÓN, en cada uno de nuestros actos, como finalidad y como método. De esta manera podemos entender el pecado como el no reconocer a Dios como origen, es decir, como motivo y como finalidad. El pecado es idolatría de nosotros mismo y en la Biblia se le resume en último término como idolatría, y es “el padre de la mentira” quien actùa para extender la posibilidad racional de la idolatría.

Pero la buena noticia que nos trae Jesús nos devela el AMOR misericordioso del Dios creador que es Padre, que es nuestro origen y nuestro Destino, nuestro acompañante perenne. “Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt 28, 20). Esta es una afirmación suprema del Amor creador y ¿qué es lo que le pueden añadir las palabras misericordia, perdón, expiación, reparación, etc., a la palabra amor? Nada. Sin embargo, la palabra “misericordia” sí le puede añadir algo al amor: el factor del misterio por el que todas nuestras medidas e imágenes se rompen. La misericordia es la actitud que tiene el Misterio ante cualquier debilidad, olvido o error humanos: DIOS, FRENTE A CUALQUIER DELITO QUE COMETA EL HOMBRE, LE AMA. Es por eso que no se puede mendigar a Dios Padre más que abandonándose a su misericordia.

jueves, 18 de noviembre de 2010

APORTACIÓN DE LOURDES ADÁN AL CAPÍTULO 15 SOBRE EUCARISTÍA

Mis comentarios al capítulo XV

La eucaristía es el único sacramento que acompaña al creyente a lo largo de su vida, dice Lenaers, y si hemos entendido bien lo que son los sacramentos, habremos de comprender que nos hay magia en ellos y que Dios está en todo siempre, pues todo nos lo transparenta, nos habla de Él, y nos lo comunica, no nada más los siete sacramentos de la Iglesia.

Sin embargo, sí hay que enfatizar la importancia y el simbolismo de este sacramento “fuente y cima de la vida cristiana” como lo describe el Concilio Vaticano II. Para entender a fondo su riqueza, debemos voltear a Jesús, nuestro Maestro, releer los Evangelios y encontrar en toda la vida de Jesús, sus palabras y sus obras, la esencia del significado de esta comida o cena que Jesús compartió con sus discípulos antes de morir y que nos habla, nada menos, que del programa de una vida cristiana vivida a tope.

Entender la Eucaristía como la mesa donde nos partimos, repartimos y compartimos lo que somos y tenemos – posesiones, talentos, alegrías, tristezas, esperanza, - es realmente hacer de ella un sacramento de Vida, un signo de fraternidad y solidaridad, sin distinciones; un signo vivo en la construcción del Reino de Dios. Este es el programa de vida al que somos invitados al recordar la Última Cena de Jesús.

La Eucaristía debe ser un memorial, donde recordemos a Jesús y lo hagamos presente y eficaz en los que en esta memoria comparten sus vidas y desean seguir los pasos del Maestro en su compasión, libertad, valentía y autenticidad.

Quiso Jesús que esa Cena fuera un parteaguas en la vida del hombre; con sus palabras: “Este es el caliz de la Nueva Alianza, sellado con mi sangre”, él sabía muy bien que lo viejo había pasado, que Él traía algo nuevo, no la religiosidad que observaba: opresiva, selectiva, limitante, de temor hacia un Dios antropomorfo, justiciero, parcial y manipulable; la Alianza que Dios había sellado con los hombres no era sino la Vida de Dios dentro de cada ser humano de manera gratuita y eficaz. Antes de morir, deseo mostrarnos Jesús la Verdad acerca del Padre, de la Vida y del Hombre.

Esa Cena es un nuevo signo, una concepción nueva de la humanidad, en hermandad y compasión; un nuevo estilo de vivir y compartir; un nuevo rostro de Dios: un Dios que sólo sabe amar, que es gratuidad absoluta, que mora dentro nuestro, y que es nuestra verdadera fuerza y nuestra esperanza sin límite.

Jesús se vé a sí mismo en el pan y en el vino, símbolos de lo más necesario para el ser humano: la vida y el amor. Un pan y algo de vino, donde se condensan el universo entero, el amor creador del Padre y la creatividad y el trabajo del ser humano; que no sólo satisface sus necesidades como una bestia, sino que hace una obra de arte de esa materia prima que la Vida le ofrece, y esta belleza le invita a abrir su corazón a lo más noble: compartir las alegrías y las tristezas con sus semejantes.
Jesús sólo estará presente en los signos del pan y el vino en tanto haya gente que lo reconoce en ellos y que entreguen su vida en servicio del hombre y de la utopía del Reino, como Él lo hizo.

María de Lourdes Acevedo.

Noviembre 2010

miércoles, 10 de noviembre de 2010

COMENTARIO DE ANA LAURA JIMÈNEZ AL CAPÌTULO XVI

MI PARTICIPACIÓN AL CAP. 16 CURSO P. LEANERS


Hoy se está perdiendo la “conciencia de pecado” nos dicen con preocupación algunos agentes de la evangelización. Algunos párrocos recomiendan a sus catequistas que introduzcan puntos de vista y lenguajes más modernos en su tarea evangelizadora, siempre y cuando los niños no pierdan “la conciencia de pecado”. Yo creo que tienen razón en preocuparse ya que es cierto que se está perdiendo esta conciencia , pero esto no se debe ni a la secularización ni al olvido de Dios, y sí creo que la razón de tal preocupación tiene mucho que ver con la preocupación de perder el control que ha tenido hasta ahora la jerarquía eclesiástica.

Creo que concepto de pecado debe de replantearse no sólo desde lasa ciencias humanas especialmente la psicología que nos dice que las conductas destructivas del ser humano son básicamente resultado de la falta de satisfacción de necesidades básicas, sobre todo de la necesidad de amar y ser amado, sino sobre todo desde una teología “teónoma” como diría el Padre Lenaers, , y en este replanteamiento podría resultar para algunos como yo que ya no tiene sentido el seguir hablando de “pecado” y menos como un concepto central en la doctrina cristiana de la fe.

Existe la tendencia a abordar la realidad del pecado reduciéndolo a sus consecuencias éticas y no mirando su raíz, por lo que es necesario plantear esta realidad desde su realidad ontológica, es decir, desde su fundamento. ¿Quién sabe lo que es el pecado?” decía en la Vulgata, el verso de un salmo que ha hecho meditar a generaciones de cristianos. ¿Quién se da cuenta de sus yerros? (Sal. 19, 13) Al menos una cosa se puede responder con seguridad que ni el hombre, ni tampoco ninguna teología, ética o filosofía pueden explicar lo que es el pecado.

El Padre Lenaers nos dice que desde un lenguaje teónomo, figurado pero más intramundano y más acorde con los tiempos, detrás de lo que hemos llamado “pecado” se esconde esencialmente la angustiosa experiencia de una ruptura en la relación entre el ser humano y su fundamento original y santo. La Biblia introduce al ser humano en la historia de la creación como hecho a imagen y semejanza de Dios, esto significa que la naturaleza fundamental de nuestra naturaleza es que lleva inscrita en ella a Dios como destino suyo. Creo que la diferencia entre el ser humano y cualquier otra criatura es que su humanidad o naturaleza humana consiste en su relación con Dios, es decir, el género humano no se apoya o se basa en sí mismo, sino en la relación del ser humano con Dios. SI CESA LA RELACIÓN EL SER HUMANO NO ES YA LO QUE CORRESPONDE SER. Aunque muchas voces a lo largo de nuestra historia han negado esta realidad, la perspectiva de una fe cristiana adulta es que el ser humano, desde el primer momento de su existencia, se manifiesta como un SER EN RELACIÓN, es decir, que empieza a existir gracias a otro e inmerso en la realidad de otro que le acoge. De aquí que el aislamiento y la ruptura de relaciones no sean lo propio para el desarrollo de la persona humana, CUYA POSIBILIDAD DE PLENO DESARROLLO SÓLO PUEDE DARSE GRACIAS A LA RELACIÓN, que no es sino la referencia a Otro, a Dios que es “Todo en Todo” (l Cor 15,28) Dicho de esta manera, la naturaleza humana del hombre, en este mundo, consiste en una RELACIÓN DE AMOR CONFIADO HACIA DIOS y en AMOR DIVINO HACIA EL HOMBRE.

Cuando el hombre se aparta de Dios la imagen se deforma y se rompe. Si Dios se apartara del hombre, su imagen se perdería completamente y el hombre dejaría de ser humano para siempre. Desde esta perspectiva, en cualquier relación, a cualquier nivel de relación de que se trate, sea cual sea la relación en que se viva, PODRÍAMOS ABORDAR EL PECADO COMO EL NO RECONOCER QUE DIOS ES TODO Y QUE EL SER CREADO ES EL SER PARTICIPADO Y QUE LO TANTO DIOS ES TODO EN CADA RELACIÓN, en cada uno de nuestros actos, como finalidad y como método. De esta manera podemos entender el pecado como el no reconocer a Dios como origen, es decir, como motivo y como finalidad. El pecado es idolatría de nosotros mismo y en la Biblia se le resume en último término como idolatría, y es “el padre de la mentira” quien actùa para extender la posibilidad racional de la idolatría.

Pero la buena noticia que nos trae Jesús nos devela el AMOR misericordioso del Dios creador que es Padre, que es nuestro origen y nuestro Destino, nuestro acompañante perenne. “Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt 28, 20). Esta es una afirmación suprema del Amor creador y ¿qué es lo que le pueden añadir las palabras misericordia, perdón, expiación, reparación, etc., a la palabra amor? Nada. Sin embargo, la palabra “misericordia” sí le puede añadir algo al amor: el factor del misterio por el que todas nuestras medidas e imágenes se rompen. La misericordia es la actitud que tiene el Misterio ante cualquier debilidad, olvido o error humanos: DIOS, FRENTE A CUALQUIER DELITO QUE COMETA EL HOMBRE, LE AMA. Es por eso que no se puede mendigar a Dios Padre más que abandonándose a su misericordia.

lunes, 8 de noviembre de 2010

COMENTARIO DE ANA LAURA A PROPÒSITO DE LA PARTICIPACIÓN DE AMALÌN AL CAPÌTULO XVI

!PRECIOSA REFLEXIÓN DE AMALÍN A ESTE CAPÍTULO TAN CONTROVERSIAL...! NO OBSTANTE EL TAN EXPLICABLE DISGUSTO POR LA FORMA EN QUE LA IGLESIA HA DISTORCIONADO EL MENSAJE ORIGINAL DE JESÚS, EL COMENTARIO DE AMALÍN ES UNA INVITACIÓN A PROFUNDIZAR EN ESTE MENSAJE QUE LEJOS DE LLENARNOS DE MIEDOS, CULPAS, CASTIGOS, ETC., NOS INVITA A LIBERAR TODO EL POTENCIAL QUE TENEMOS SABIÉNDONOS AMADOS INCONDICIONALMENTE...! UNA INVITACIÓJN A CRECER, A SER, A AMAR Y A SER FELICES...! QUÉ DISTINTO ES ÉSTO DE TODO LO QUE ACOMPAÑÓ A LA CONFESIÓN...SIGAMOS PROFUNDIZANDO EN EL MENSAJE DE JESÚS Y LIBERÉMOSLO DE TANTOS MITOS PARA QUE DESCUBRAMOS SU RIQUEZA...

COMENTARIO DE AMALIA ALONSO AL CAPÌTULO XVI

Comentarios al capítulo 16:


El camino de la curación interior
Del pecado y la confesión

Está claro porque la confesión ha sido poco a poco dejada de uso, el hecho de estar ligada a una cuestión de pecado, culpa y otros parecidos ha ido haciendo que naturalmente las personas nos hayamos alejado de ese sacramento.

Como siempre Leaners puede ayudarnos a entender que a partir de una necesidad humana profunda, como es el caso de la relación más importante del ser humano, a saber, “la que tiene que ver con su origen y fundamento de su existencia, Dios”, se construye todo un edificio de miedo, culpa, castigo, amenaza, sacrificio, etc. Sirve todo el antecedente que desarrolla Leaners para entender(me) y darme cuenta de porque yo y otros, nos hemos alejado de formas que no tan solo no responden a necesidades profundas pero además causan náusea por querer seguir perpetuando cosas tan alejadas de un mensaje liberador y amoroso que enseñó Jesús.

De pronto me parece que vivimos una realidad perversa dentro de la iglesia Católica, el ser humano queriendo liberarse de una “amenaza” de Dios, tratando de hacer las paces con Él, queriendo aplacar su ira y para ello tener que humillarse, confesarse culpable, mostrar arrepentimiento, implorar perdón, ofrecer regalos. ¿Qué es esto?, no encuentro palabras, entiendo que en una época eso era como lo “podían” interpretar pero que se pretenda seguir con eso ¡¡¡BASTA!!!

Si la necesidad humana es la unidad con nuestra esencia, el camino de la iglesia católica con enseñanzas de este tipo no tan solo no ayuda sino que desquicia más.

Por supuesto la visión teonómica que presenta Leaners me parece muy bella, es una visión en la que lo único importante es la renovación interior, así dice: “La dislocación existencial se sana, la miseria fundamental se mitiga. Se sale del vacío y de la tiniebla, del estado de caos en el que uno se movía, y se vuelve a la armonía interior. Esta conversión se realiza en el núcleo de nuestro ser cuando uno se llega a unificar con el resplandor del milagro original que es el fundamento de nuestro ser”. Lo que buscamos es la armonía interior, dejar de estar en la experiencia existencial de miseria, desamparo, insatisfacción. “Nos hiciste para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti” San Agustín

Me parece fundamental que la teonomía aborde el tema con una visión que me parece mas cristiana, así habla de una reconstrucción deseada de una relación amorosa quebrada, del reencuentro con el amado perdido.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

APORTACIÒN DE ANA LAURA JIMÈNEZ AL CAPÌTULO XV

Quiero agradecer a Violeta la profunda y bella reflexión sobre el capítulo 15. Al hablar del significado de la Eucaristía nos dice que este va más allá de todo lo que tradicionalmente nos enseñaban, que Jesús está en todo y en todos y que vivir la vida como Eucaristía significa vivir conscientemente la Unidad que somos, con todo, en Dios. La eucaristía nos dice Violeta, es tomar conciencia de la realidad divina en Jesús y en nosotros y esto nos lleva a vivir como vivió Jesús, aquí se concentra todo el mensaje de Jesús que es el Amor, celebrar la Eucaristía nos invita a ser fermentos de unidad y armonía entre los hermanos. Continúa Violeta su reflexión diciendo: “Jesús nos invita a su mesa y si aceptamos, pasamos a formar parte de su comunidad, el ser cristiano es ser para los demás, si la celebración no cambia mi vida en nada es que la he convertido en un simple rito. El gesto de comer el pan y beber el vino consagrados es el signo de nuestra aceptación de lo que significa el sacramento.

Termina Violeta diciéndonos que comulgar significa el compromiso de hacer nuestro todo lo que ES Jesús. Significa que, como él, soy capaz de entregar mi vida por los demás, no muriendo, sino estando siempre disponible para todo aquel que me pueda necesitar.

Desde esta perspectiva transpersonal, que implica un nivel de conciencia Unitaria, como nos dice Violeta, hoy podemos entender mucho mejor el mensaje que Jesùs nos revela en el Evangelio de Juan, Capìtulo 6, versìculos del 25 al 59:

Jesús es el verdadero pan del cielo que sacia para siempre. El pan del cielo expresa metafóricamente el amor del Padre encarnado en Jesús, quien por amor comunica su propia vida. Por consiguiente, las señales de Jesús explicitan lo que él mismo es. El presente pasaje guarda no pocos paralelismos con el de la samaritana que halló Jesús junto al pozo de Jacob. Si allí afirmó Jesús ser el agua de vida, ahora dice ser el pan de vida que sacia el hambre para siempre.

Jesús agua y Jesús pan constituyen dos bellas metáforas para apuntar a la acción del espíritu, dos metáforas que poseen toda la fuerza de la sencillez: Jesús agua y Jesús pan de vida es como decir que él es dador y multiplicador de vida. El pan que ofrece Jesús, pan bajado del cielo, no es como el pan que comieron los ancestros de los judíos y después murieron. El que comieron los padres de los judíos era el maná, la religión. Quien coma el pan que da Jesús, la plena revelación del Padre, en el completo vaciamiento de sí mismo, que está más allá de toda religión, no morirá porque comprenderá que no hay más nacer ni morir.

Esa potente metáfora expresa lo esencial del papel del Maestro: despertar al Maestro interior (Espíritu Santo), que equivale a interiorizar al Maestro y a vivir su misma vida en una unidad indisoluble.

Afirma Jesús: “Yo soy el pan de vida”. Lo que caracteriza al mensaje cristiano es que la revelación adopta en él una forma humana, en la figura del maestro judío de Nazaret, mientras que en otras tradiciones, el islam pongamos por caso, aparece como un libro, el Corán. Ello quiere decir que Jesús, que es pan de vida que, como tal alimento espiritual, requiere ser ingerido, esto es, asimilado hasta sus últimas consecuencias.

Conocer es ser y ser es encarnar. Estar con Jesús es hacer de su figura emblemática el alimento que nutre nuestra sangre y otorga vida al corazón. Porque no es una doctrina que uno deba aceptar lo que Jesús trae, ni una nueva dogmática en el que creer, ni una ley que cumplir. “Comer su carne, metáfora de una gran fuerza expresiva, sugeridora como pocas, implica hacerse como él, permitirle que nos habite, lo cual significa una aproximación al maestro con la totalidad de nuestro ser y no meramente volitiva ni sólo intelectual. En los pasajes que ahora nos ocupan, contrapone Jesús, constantemente, el
maná que los judíos comieron tiempo atrás en el desierto y el pan de vida bajado del cielo que él es. Ambos términos conciernen al campo semántico del alimento.

Andando el tiempo, el PAN , junto al vino, desempeñará un papel central en la liturgia cristiana de la eucaristía, que aquí aparece ya apuntada en sus rasgos más sobresalientes, aunque sólo simbólicamente, y que más tarde se interpretará teológicamente mediante la transubstancialización, según la cual el pan y el vino se transformarán en el cuerpo y sangre, respectivamente, de Jesús.Del maná, dice el maestro de Nazaret, que los antepasados lo comieron y murieron, mientras que el pan de vida que él ofrece otorgará la vida eterna. Tal vez quiera referirse el maestro de Nazaret con el uso de dichos términos contrapuestos a la distancia existente entre la religión del maná, entendida como ley y creencia, y todo el cùmulo de restricciones moralizantes que conlleva, y la espiritualidad del pan de vida que no es sino su enseñanza de amor extintivo e incondicionado, libre de todo sometimiento formal.

El maná representa la letra, que mata, mientras que el pan de vida es el espíritu que vivifica. No nos cansaremos de reiterar, una vez más, que religiosidad no es necesariamente sinónimo de espiritualidad, ni mucho menos.

“Comer el cuerpo de Jesùs” es una forma de hablar de la ACTITUD DE ASIMILAR a Jesús hasta hacerlo nuestro propio ser. Comiéndole y bebiéndole a El, pan del cielo, comemos y bebemos su revelación, hasta que se haga nuestra propia carne y sangre. La imagen de la comida y la bebida, la utiliza Jesús para expresar que lo que Él es como Maestro, como Manifestación total del Padre, como uno con el Padre, como presencia plena del Padre en su ser, nosotros debemos serlo también, asimilándolo a Él hasta el punto de que sea nuestra propia vida.

Comer pan y beber vino en su memoria es un símbolo explícito de esa actitud y también de su invitación y su promesa.

La Iglesia interpretó, e interpreta, estas palabras desde la epistemología mítica; es decir, que si Jesús dice que el pan es su carne y el vino su sangre es que es de esta forma. Más tarde, por el influjo de la filosofía helenista, aparecieron las interpretaciones conceptuales, teológicas. La teología interpretará, permaneciendo en la epistemología mítica, que por las palabras de Jesús y de sus apóstoles y sucesores se produce una transubstancialización, es decir, un cambio de substancia: la substancia del pan y el vino se transforman en la carne y sangre de Jesús, permaneciendo los accidentes propios del pan y del vino. Esta transubstancialización, evidentemente, no se ve, sino que se tiene que creer. El evangelista, por su parte, realiza una interpretación de acuerdo con la epistemología mítica, aunque no la conceptualice.

Desde nuestra situación cultural, podemos ver que Jesús no está llamando a ninguna creencia ni a ningún dogma de transubstancialización, sino a una actitud con respecto a Él. La primitiva Iglesia del grupo de Juan, desde la que éste escribe, está haciendo referencia al ritual cristiano de la cena del Señor, a la muerte del Jesús y a su vaciamiento completo. Al hacerlo está suponiendo, como hemos dicho, la epistemología mítica y por tanto la creencia, pero también está haciendo clara referencia a la actitud que pide Jesús. Con el paso del tiempo, prevalecerá el rito y las creencias que éste supone, sobre el sentido hondo de las palabras de Jesús, aunque no llegue a ahogarlo nunca.

Los que interioricen la actitud de Jesús, (lo coman y lo beban), hasta hacerla carne propia, se sitúan más allá del poder de la muerte. También hay que comer y beber su sacrificio supremo, el vaciamiento radical. Quien asume, como Él, la muerte, ese vaciamiento radical de sí mismo, está más allá de la
muerte.

Dice Jesús que quien come su carne y bebe su sangre, está en Él y Él en el que le come y le bebe. Y también dice que como Él vive por la revelación del Padre, así el que le coma vivirá por Él. Quien asimila a Jesús está en Él y Él en el que le asimila así de íntimamente hasta ser una sola cosa, como el pan y el vino se hacen una sola cosa con el que come y bebe.

martes, 2 de noviembre de 2010

PARTICIPACIÒN DE VIOLETA ALVAREZ BARRAGÀN

EUCARISTIA


Violeta Elizabeth Alvarez Barragán

Durante mi infancia yo iba a misa con mis papás y hermanos porque así me enseñaron, después ya más grande lo hacía porque me gustaba la explicación de las lecturas y el evangelio, al meditarlo trataba de llevarlo a la práctica, aunque se me complicaba. Y al ser constante en las celebraciones me dí cuenta que me gustaba participar leyendo las lecturas y dar a conocer el mensaje de Jesús a quién no lo conocía.

Cuando me casé, a la Iglesia que íbamos el sacerdote nos invitó a formar parte en un grupo de matrimonios, hacíamos retiros y comentaba que solamente los casados pueden hablar sobre sus experiencias ya que ellos no la tienen.

En el catecismo, veíamos que la misa nos recuerda la muerte y resurrección de Jesús y que es una fiesta que hay que celebrar.

Pero el significado de la Eucaristía va más allá de esto, que Jesús está en todo y en todos y que vivir la vida como Eucaristía significa vivir conscientemente la Unidad que somos, con todo, en Dios.

Para quién lo vive de esta manera es expresar y compartir su misma vida cotidiana. Pues hemos hecho de la Eucaristía un rito que no produce frutos, porque no produce una chispa de Vida, únicamente lo hacemos por obligación.

Se ha convertido en una rutina en donde no hay compromiso ni comunidad. La eucaristía es tomar conciencia de la realidad divina en Jesús y en nosotros y esto nos lleva a vivir como vivió Jesús, aquí se concentra todo el mensaje de Jesús que es el Amor, celebrar la Eucaristía nos invita a ser fermentos de unidad y armonía entre los hermanos.

Jesús nos invita a su mesa y si aceptamos, pasamos a formar parte de su comunidad, el ser cristiano es ser para los demás, si la celebración no cambia mi vida en nada es que la he convertido en un simple rito.

El gesto de comer el pan y beber el vino consagrados es el signo de nuestra aceptación de lo que significa el sacramento.



Comulgar significa el compromiso de hacer nuestro todo lo que ES Jesús. Significa que, como él, soy capaz de entregar mi vida por los demás, no muriendo, sino estando siempre disponible para todo aquel que me pueda necesitar.

domingo, 19 de septiembre de 2010

APORTACIÓN DE ANA LAURA JIMÉNEZ C. AL CAPÍTULO 5

MI APORTACIÓN AL CAPÍTULO 5

Todo lo que explica Lenaers respecto a la fuente de la fe, en una primera etapa la Escritura y en una segunda la Tradición con todos sus elementos, así como la definición de Tradición como el “el cordón umbilical que conecta nuestra fe de hoy con la de los primeros testigos” según yo entiendo, está referido no a la experiencia propiamente de “fe”, no a un acontecer espiritual, sino a creencias que hoy pueden ser más bien un obstáculo para un desarrollo sano espiritual y una fé adulta, propia de nuestro tiempo.

El cristianismo, entendido tradicionalmente, precisa ligarse a creencias. El cristianismo con creencias cree que la Escritura dice y que la Tradición confirma que existe un Dios, como entidad, que es fuente de todo lo que hay y que existe como distinto del mundo y del hombre; cree que existe un principio no mortal en el hombre y que el cuerpo mortal resucitará el último día; cree que el mundo es distinto de Dios y del hombre y que es el lugar donde debe desarrollarse el drama humano.

En esta versión, basada en creencias, el camino espiritual es conocer a Dios y amarle hasta conseguir, por su gracia, en la iniciativa de Dios en Jesucristo, la unidad con Dios por el amor. Cuando se recibe ese conocimiento y amor, ya no hay más muerte, porque incluso los que mueren “mueren en el Señor” y resucitarán en Él.

Esta forma de cristianismo, que es la tradicional y habitual, no puede darse sin la creencia y una creencia en versión teísta. Sin embargo, esta fe basada en creencias puede convertir a la religión en un sistema de poder y quienes controlan ese poder es precisamente de las creencias de donde sacan el poder. Y el poder que dan las creencias es mayor que cualquier otro poder. Y es que este poder es capaz de penetrar donde no puede alcanzar ningún otro poder: en las conciencias. Todos los poderes de la historia han intentado penetrar en las conciencias pero sin tener de su parte la religión basada en creencias, les ha faltado la capacidad de hacerlo. Los gestores de la religión, los gestores del poder de las creencias, los pontífices, los príncipes de las Iglesias, han controlado el mayor poder de la tierra. La religión como sistema de creencias es un sistema de poder que somete, pero que necesita del poder para someter.

Sin embargo, para muchos hombres de nuestra sociedad, que pertenecen a una cultura científica, tecnológica y de cambio continuo, este cristianismo basado en creencias, ya no es viable porque requiere creer y la estructura cultural actual o dificulta la creencia o la impide.

Yo creo por tanto que el cristianismo para el hombre y la mujer modernos, puede ser uno sin creencias que estorban en el desarrollo de una auténtica fé, es decir, un cristianismo que no necesite creer en que la fe consiste en creer lo que nos dice literalmente la Escritura y que se nos ha transmitido mediante la “verdad inequívoca que tienen las palabras de la Tradición”, es decir, que exista Dios como una entidad real y distinta; que hay que creer en el alma humana inmortal; en la resurrección; en un mundo como distinto del hombre y de Dios, en un nivel natural y otro sobrenatural.

Un cristianismo para nuestra sociedad de cambio contínuo no necesita ninguna de esas creencias si puede comprender la unidad radical de todo lo que existe. Sumergiéndonos en el silencio del yo profundo se puede emprender el camino interior sin tener que suponer la creencia en Dios, en el alma inmortal, en la resurrección y sin tener que creer que hemos venido a este mundo como a un campo de pruebas.

Jesús, en este paradigma de cristianismo, no es el Maestro de Doctrina sino el Maestro del camino interior, el Maestro de otra dimensión del existir, una dimensión absoluta que se revela en Él mismo. El camino a recorrer es llegar a reconocer la unidad absoluta de todo. Para reconocer esa unidad se ha de llegar a comprender que tanto el yo como el mundo o incluso la figura de Dios son construcción, una ilusión, una ignorancia del mundo de la dualidad. Lo que realmente hay es la Unidad en la no dualidad. Para mí, el acceso a esa unidad lo tengo gracias al Maestro Jesús que, en su persona, pone frente a mí esa unidad y realidad absoluta para que por Él la reconozca en mí mismo. Para otros habrá otros Maestros que también los conduzcan a tal unidad. Y es que esa suprema unidad puede adquirir, para un humano, rasgos antropomórficos, aunque en sí no los tenga. Sabré entonces que esos rasgos del Único son sólo en relación a mí; pero sabré también que, aunque no existan tal como los veo y siento, no son pura ficción e ilusión mía; tiene un fundamento real que hace que yo, sin creencias, pueda acogerlos sin reservas.

Tomando en cuenta lo anterior, la revelación de Jesús, como la de todos los grandes maestros del espíritu, es una revelación pero indecible. La consecuencia de esa revelación es un conocimiento y un sentir, pero silencioso, porque desborda por completo nuestras limitadas posibilidades de decir y representar. La revelación es una revelación sutil; y nuestra noticia de esa revelación es un conocer que no requiere de palabras del diccionario.

Esa fue la gran experiencia de los discípulos con Jesús. Para transmitirnos esa experiencia no pudieron recurrir a la palabra literalmente entendida sino que trataron de hacer una representación, una simbolización de lo que fue la enseñanza central, el corazón de la enseñanza de Jesús, y así poder simbolizar, en lo posible, esa inefable revelación.

La verdad que nos trajo Jesús, la verdad del Dios Padre, es la Verdad absoluta. Una verdad que está más allá de las pobres y limitadas posibilidades de nuestro cerebro y nuestro corazón. Una Verdad que excede todas nuestras posibilidades de representación. Sabemos de su Verdad con una certeza inquebrantable, pero ni la podemos individualizar, diferenciándola de las otras verdades (toda diferenciación sería hija de una formulación, y la Verdad de Jesús no es ninguna formulación), ni la podemos acotar, ni la podemos representar ni la podemos transmitir con palabras, sólo simbolizarla, y la interpretación del símbolo, de la metáfora requiere indispensablemente del discernimiento para saber si se trata de un “desarrollo positivo bajo el influljo del Espíritu” o de una “degradación generada por una fuerza de gravedad insana. Ante la ambigüedad de lo bueno y de lo malo contenidos en la mezcolanza de experiencias que nos llegan a traves de la Escritura y de la Tradición, el recurso no puede ser como dice Lenaers un autoridad heterónoma, la del magisterio jerárquico, sino la última instancia tendrá que ser la propia y personalísima conciencia, que aunque imperfecta y ambigua, se basa en el encuentro personal con la divinidad, encuentro que encierra la única “revelación” que para mí es significativa, aquella que se me revela sin palabras, en el silencio de mi Yo profundo. El criterio definitivo para mí de validación de la verdad es ciertamente la “fidelidad” a mi propia conciencia y creo que es también definitivo para todos los seres humanos sin distinción.

martes, 14 de septiembre de 2010

COMENTARIO DE VIOLETA ALVAREZ AL CAP. 14 SOBRE MATRIMONIO

COMENTARIOS SOBRE EL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO


Violeta Elizabeth Alvarez Barragán

Para comprender mejor el tema preferí leer varios artículos, en los cuales encontré comentarios interesantes.

En aquellos tiempos los fariseos querían poner a prueba a Jesús, para saber que pensaba acerca del matrimonio y el divorcio, ya que en la cultura judaica, las mujeres no tenían voz ni voto, eran maltratadas y solamente estaban al servicio del hombre.

Ellos pensaban que Jesús los iba a apoyar pero no fue así ya que esa doctrina estaba hecha para los varones y las mujeres se consideraban propiedad de los hombres.

Jesús defiende a las mujeres diciendo que el hombre que repudia a las mujeres comete adulterio contra ellas. En la Biblia vienen varias citas que nos hablan sobre esta doctrina. Pero no es conveniente leerlas al pie de la letra sino entender todo el contexto.

En el Génesis 1y2 Jesús avala la doctrina cristiana sobre el Matrimonio, funda la unión de la pareja en el amor, no en la conveniencia social, no en los intereses familiares, no en la atracción corporal.

Sin embargo, en la vida actual estos factores antes mencionados se presentan más frecuentemente, y la relación de pareja se va deteriorando.

El sacramento del matrimonio no es el que se realiza en el altar, se va construyendo día a día. Los sacramentos son una necesidad humana, no una exigencia de Dios. Es el resultado de la unión de un signo con una realidad significada.

No puede haber sacramento sin auténtico amor, cuantas parejas comentan que se acabó el amor, para mí es que en realidad se confundió el amor con enamoramiento y este sólo dura un tiempo.

Al casarme me dí cuenta que yo idealizaba mi matrimonio, pues no pensé que fuera ser una relación muy complicada, conforme pasaba el tiempo descubrí que no hay soluciones mágicas, que el trabajo para llevar a cabo una mejor relación con el otro es real.

Que tenía que conocerme, aceptarme, respetarme y valorarme para poder comprender mejor al otro y aceptarlo tal cual sin quererlo cambiar.

Ahora pienso que la relación de pareja vale la pena, el proceso es lento y difícil, pero cuando los dos queremos ir creciendo juntos puede ser más llevadera.

He aprendido a levantarme y a ver las crisis como oportunidades así como El me a enseñado a ver las cosas de otra manera, he decidido trabajar con la comunicación para poder relacionarme mejor.

Es un trabajo en equipo, cada uno tiene su proceso y lleva tiempo. En la medida en que nos conocemos realmente como somos y solucionamos nuestras diferencias nuestro amor se consolida más.

viernes, 3 de septiembre de 2010

PARTICIPACIÓN DE LOURDES ADÁN

Reflexión acerca del Sacramento del matrimonio


Mi propia experiencia

Fue mi matrimonio un camino compartido, con metas y objetivos comunes; caminamos juntos por casi 30 años, Adán y yo. Muchas veces tropezamos, pero siempre nos levantamos. Fue un camino de aprendizaje y de respeto mutuo; camino de constante crecimiento para ambos; camino siempre de esperanza.

Recorrido no siempre fácil, por las naturales deficiencias humanas y por la inmadurez y egoísmos propios de las personas jóvenes, y no tan jóvenes, en proceso de crecimiento. Fuimos aprendiendo a conocernos, a valorarnos, a aceptarnos y aprendimos también a perdonarnos. Fuimos creciendo en una verdadera unión existencial: un yo y un tú, que juntos fuimos construyendo nuestro “nosotros”, tan único, tan nuestro.

A pesar de que Adán se reconoció siempre agnóstico, y de que yo siempre fui fiel a mi fe cristiana; pudimos entendernos y respetarnos el uno al otro, y más que un elemento de desunión, nos enriquecimos con nuestras ideas y puntos de vista diferentes.

Nuestro matrimonio fue una vida buena, llena de bendiciones: las dos más grandes, nuestros hermosos hijos Víctor Gabriel y David Alejandro, quienes siempre nos dieron satisfacciones (y me siguen dando) y que junto conmigo aprendimos de Adán su sencillez, su laboriosidad infatigable y creadora, y su autenticidad. El mismo Adán me decía: “Gorda, nunca pensé que la vida me diera tanto”. Su vida fue, como la describió mi cuñado Rafa en su funeral: “Salió del pueblo como un aguilucho y regresó convertido en águila real”. Así fue, y ese aguilucho y esa águila real, me enseñaron a volar.

Fue nuestro caminar, en fin, la suma de centenares de instantes vividos juntamente y guardados en nuestra memoria, porque habían ido construyendo nuestra unión. Al elegirme para compartir su vida, Adán hizo brotar de mí, lo mejor de mí misma poco a poco. La verdad de una vida, sólo se va revelando con el paso del tiempo; así mismo, la verdad del camino de nuestro matrimonio, se fue revelando progresivamente y se me reveló especialmente cuando la vida del “flaco” se apagó inesperada e injustamente, hace casi ocho años; como dice López Azpitarte en su artículo: “…en el momento de la viudez, es cuando el cariño alcanza su cumbre más alta. Sólo queda la presencia de un recuerdo que lo llena todo, en medio de la soledad”.



María de Lourdes Acevedo

Agosto de 2010

lunes, 30 de agosto de 2010

Los cinco llamados rituales de tránsito: Bautismo, confirmación, unción de los enfermos, ordenación sacerdotal y matrimonio.

Participación de Gustavo Gómez respecto al Matrimonio como experiencia personal.

Para iniciar mi participación, señalo que me parece un poco complicado explicar con palabras la experiencia del matrimonio, así que haré todo lo posible por expresarlo de forma tal, que refleje en cierta medida los alcances de mi experiencia en la vida matrimonial.
En mi época de juventud, cuando ya dejé atrás la Universidad y entré de lleno a valerme por mi mismo, uno de los preceptos que tenía fijos en mi mente, entre otras cosas, era encontrar “una buena mujer” con quién casarme y tener hijos. Las exigencias propias de mi juventud, eran en aquel entonces encontrar una mujer de preferencia de mi tierra (Nayarit), joven, guapa, profesionista, trabajadora, que le gustara el hogar, no le temiera a la cocina, que quisiera una familia numerosa, etc.
Poco tiempo después de estar trabajando en Morelos, conocí a Lupita y después de cierto tiempo, nos hicimos novios. Al poco tiempo por motivos de trabajo, me enviaron a Puebla, y mi noviazgo continuó a través de cartas y visitas quincenales de fin de semana.
En ese periodo, lo recuerdo bien, emergió con toda su fuerza el impulso de amar, de querer estar junto a Lupita, así que todas aquellas expectativas, sobre todo la de casarme con una paisana, se fueron por tierra.
Encontré, sí, a una persona con todos los atributos que yo había establecido con anterioridad excepto la oriundez. Pero además obtuve en forma adicional algunas otras cosillas que venían con Lupita, y que son mucha comprensión y apoyo, empatía, valores tradicionales, mente abierta, ímpetu, ganas de salir adelante, empuje, amor a manos llenas, lo cual contribuyó en buena manera a que nuestro matrimonio siga viento en popa.
Salí ganón en el cambio, lo reconozco, porque no siempre he dado lo mejor de mí a nuestro matrimonio y sin embargo en este momento me siento muy feliz y en buen momento.
Nuestra vida matrimonial a lo largo de 23 años y contando, ha pasado por momentos de intensa felicidad, mucho amor, así como por conflictos intensos derivados de nuestra propia personalidad, épocas difíciles en lo familiar, en lo económico, en lo profesional, en lo social, etc. Sin embargo tengo bien presente, que cada vez que nos enfrentamos a esos retos, siempre los enfrentamos con mucho cariño y amor, inclusive cuando éramos el uno contra el otro, nunca llegamos a faltarnos al grado de pensar en la separación, al contrario los enfrentamientos siempre servían para que nos uniéramos más y nunca pasó por nuestras cabezas la intención de separarnos.
Visto desde el espejo de mis 48 años y con un proceso de desarrollo vigente y en movimiento, puedo decir que encontré a alguien que verdaderamente tiene personalidad propia, respeta la mía, me ama con intensidad y ama nuestra vida en pareja.
Mi vida ha requerido de una persona así para que me ayudara en mis crisis existenciales, en mi vida diaria, que me oriente o me sacuda para que camine por el sendero que previamente escogimos.
Con toda honestidad, no me concibo como una persona madura y plena, sin haber tenido la experiencia de vida matrimonial que me ha marcado, y que me ha llevado a ser una persona feliz que es responsable de sus actos, a ser ejemplo para sus hijos y apoyo para sus seres queridos.
La sensación diaria al levantarte y ver a un lado a tu esposa, o inclusive a no verla, porque ya está inmersa en sus actividades de madre, esposa, amiga, maestra, etc.; es una sensación única, que no se repite en ningún otro aspecto de la vida.
Otra cara del matrimonio, en mi caso, es la sensación diaria al llegar a casa, de sentirte por un lado seguro, confortable, cómodo y en paz, dentro de la fortaleza llamada hogar. Pero también yo tengo la sensación de estar desnudo ante la mirada escrutadora de Lupita, a la que difícilmente le puedo mentir, ya que si el día fue difícil y yo le digo que todo está bien, no hay lugar en mi casa en donde pueda esconderme, hasta que no le hago saber con claridad cuáles fueron los sucesos que me tienen en tal o cual estado de ánimo. (Y viceversa)
Esta sensación de desnudez interior, en un ambiente no propicio o hasta hostil, pudiera ser en sí mismo, un factor de desunión y de divorcio. Es aquí donde el Desarrollo Humano ha jugado un papel grandísimo en nuestras vidas. De no ser por él, nuestro camino no sería el mismo.
Entonces, es aquí donde siento que está la parte más sensible y sustancial de la relación, ya que para empezar, la comunicación fluye (sea verbal, corporal, etc.), la decisión repetida de todos los días de amar, de darte, de entregarte y saber con precisión que tu pareja camina de la mano contigo, el hacer planes a futuro en lo individual y en pareja y sobre todo, el sentirte amado; hacen en su conjunto que la invasión a tu privacidad más íntima, se convierta en un suceso de apertura plena y que te abras del YO al TU de forma sana, con convicción, con alegría, vaya pues, que vivas tu vida de pareja en plenitud y sin reservas. Es aquí en donde he encontrado algo más que una esposa, una amante o la madre de mis hijos, encontré a mi mejor amiga, a mi confidente, a mi más severo crítico, mi compañera de viaje y en ocasiones hasta a una madre cariñosa.
Cuando vas logrando que esta apertura se vaya dando paso a paso de forma consciente, la percepción de los miembros de la pareja es de crecimiento, es de búsqueda, de cambio, de una necesidad de un encuentro pleno, que vaya más allá de una simple relación ordinaria entre un hombre y una mujer. Es aquí en este punto en donde dejo de escribir, puesto que es el punto en donde me encuentro actualmente con mi pareja.

viernes, 25 de junio de 2010

APORTACIÓN DE CHAQUI IÑESTA SOBRE EL CAPÍTULO XIV

Al leer el Capítulo XIV de Lenaers me doy cuenta de que los sacramentos tienen que ver con las etapas importantes de nuestra vida.


Es una pena que el Bautizo en la actualidad se haga como algo separado de la vida diaria, donde solo es un requisito más, porque los papás únicamente piensan en las personas que se van a invitar y quiénes serán los padrinos, deseando que sean personas que estén muy bien económicamente hablando. Pero no les interesa en lo más mínimo seguir preparando a sus hijos de lo que implica estar Bautizados. No les explican que es una "vinculación consciente con la comunidad eclesial que lo acogen, porque es en ella donde se encuentra a Jesús y mediante Él al Padre" como dice Lenaers. Yo creo que se deberían de Bautizar cuando son más grandes, más preparados de lo que es recibir este Sacramento.



En cuanto al Sacramento de la Confirmación qué bueno que en la actualidad se trata de hacer a la edad de los 14 ó 15 años, los chicos ya están un poco más conscientes, los muchachos están necesitando a Dios, pero ni siquiera lo saben porque no lo conocen y nunca han tenido un encuentro personal con Él. Con los años que llevo trabajando con los jóvenes, descubro que en esta etapa de su vida tienen muchas dudas de fé, también problemas con sus padres, maestros y compañeros de escuela. Por esto el llevarlos de la mano a un encuentro con ellos mismos, con sus papás, con sus amigos y sobre todo con Dios, los marca fuertemente, puesto que en los momentos que lo necesiten recordarán que Dios los ama profundamente. Algunos de ellos me han comentado que su vida nunca ha sido igual después de este maravilloso encuentro con Dios a través del Espíritu Santo, en este Sacramento de la Confirmación.



En el Sacramento de la Unción de los enfermos, estoy segura que lo que más ayuda es que la persona que lleve este Sacramento esté continuamente con el enfermo, que no solo esté un día y nunca más. El que se les de acompañamiento y consuelo es de mucho apoyo en estos difíciles momentos de su vida, en esta etapa de transición, tener la seguridad que todo está bien y que solo es un paso el que van a dar. Me encantó leer lo que escribió Meche, se ve que ella ha vivido plenamente este Sacramento, como un apóstol de la salud con sus seres queridos.



En cuanto al Sacramento del Matrimonio en las diferentes lecturas me encantó descubrir este Sacramento, fue algo muy enriquecedor. Yo personalmente me casé muy joven y creo que en esa época muchas lo hicimos sin saber muy bien a lo que nos estábamos comprometiendo, pero eso sí, no estábamos pensando como lo hacen los jóvenes en la actualidad, si me va mal, me divorcio. Estoy segura que todos los matrimonios hemos tenido momentos maravillosos cuando nace cada uno de nuestros hijos y en la actualidad el nacimiento de cada nieto…. Pero también hemos tenido momentos muy difíciles, problemas económicos, enfermedades de nuestros hijos o de nuestra pareja, problemas de comunicación, etc. etc. El saber que podemos perdonarnos una y otra vez y volver a empezar con la presencia de Dios (que es Amor) en todo momento, esto nos ayuda siempre. Cada día descubro que me encanta ser esposa y madre, disfruto mucho a mis 4 hijos y a mis 3 nietas cuando nos reunimos todos alrededor de la mesa y platicamos

lunes, 14 de junio de 2010

APORTACIÓN DE RITA TOVAR SOBRE CAP. 14 EL MATRIMONIO

MI REFLEXIÓN SOBRE LA RELACIÓN DE PAREJA, O SEA LA VIDA DE MATRIMONIO.

Es bueno decir que a pesar de ser considerada una de las opciones más difíciles, a pesar del asombroso incremento progresivo de separaciones y divorcios, el matrimonio es una costumbre absolutamente universal que observamos en todos los tiempos y todas las culturas, y constituye, especialmente en la mujer, un anhelo y un estadio obligado de su vida. Cabría preguntarnos ahora o bien, preguntarme: porque sucede esto?, ¿porqué las mujeres deseamos casarnos o llega un momento en nuestras vidas que tenemos que dar este paso? (creo que esto es tema de otra reflexión).

Una vez dicho lo anterior, trataré de escribir un resumen de lo que para mí ha sido la relación de pareja (mi “matrimonio”).

Puedo decir que soy heredera de nuestra cultura, crecí creyendo (ojo creencia) que una vez que estuviera en edad de casarme así debería ser, así que llegado el tiempo, se cumplió ese supuesto, conocí al que hoy es mi pareja en tiempos de estudiante, para ser más precisa en la preparatoria; sin embargo, nuestra relación se concreto estando ya en la universidad, pues nos enamoramos, nos gustamos, y nos casamos.

No teníamos nada, quiero decir, no teníamos casa, carro, ni bienes; pero aun así nos casamos, (eso no fue ningún impedimento) estábamos estudiando aún cuando apareció la maternidad en mi vida, es así que siendo estudiante, esposa, y además de estar ya incorporada a la vida productiva, di a luz a mi primer hija, esto fue algo maravilloso, pero también algo desconocido y una responsabilidad más, tuve que ser la mujer pulpo, para ir cubriendo todos los frentes. Terminamos la universidad, con dos hijos como título también, pues en ese mismo periodo de estudiantes, nació mi segundo hijo, (otra maravilla) fue difícil esa época, ya que debía trabajar, estudiar, ser mamá, ser esposa con lo que ello implica, afortunadamente Hugo ayudaba en los deberes del hogar, entre los dos nos repartíamos los quehaceres hasta donde se podía.

Inicialmente esta relación iba bien dentro de lo que cabe decirlo, a pesar de tener esa gran responsabilidad de ser madre, esposa, profesionista, ama de casa, etc. Más tarde, después de once años, nuevamente se presentó la maternidad en mi vida, ya que llegó nuestra tercer hija, otra maravilla, pero también una responsabilidad más.

La vida siguió su curso, y puedo decir que he vivido el amor, que he amado, que me he sentido amada, pero también he conocido el desamor, el dolor, la desilusión, la traición, y tantas emociones más, propias e inherentes a todo ser humano. Seguramente coincide mi vivencia de pareja con la de tantas otras, con las salvedades de cada cual, pues en la relación de pareja no todo es miel sobre hojuelas, y no estoy hablando de algo nuevo, como ya lo dijo alguien, hay ocasiones en que uno cree estar durmiendo con el enemigo algunas veces y con el gran compañero de la vida otras, con ese príncipe azul de los cuentos de hadas, no es cierto?

Nada fácil es estar en esta relación, porque después de lo buenito y bonito del noviazgo aparece la realidad de ambos, así que hay un gran choque de personalidades, las máscaras se caen, algunas veces de sopetón otras, poco a poco, así que la vida misma representa un viaje donde se encuentra de todo. Puedo decir que debido a las crisis que aparecen en este vínculo es que se vio cuestionada mi matrimonio, sin embargo gracias a esas crisis es que he tenido que crecer, ahora doy gracias a esa crisis y también al desarrollo humano y más aún a la búsqueda espiritual, donde he ido encontrándome, y encontrando a Hugo, (aun es un proceso, porque esto implica trabajar con uno mismo, ya saben el ego, la sombra… que cuando se enfrentan hacen fuego, pero el fuego purifica) estoy convencida que solo el amor y el encuentro con el otro nos posibilita madurar y nos permite salir del mundo infantil o fantasioso que alguna vez nos invadió y que el poder de dos se convierte en una gran fuerza para seguir en esta relación, cuando hablo de poder me refiero al amor por uno mismo y por el otro, en eso estoy… aprendiendo a Amar con mayúcula.

Se me agolpan en la mente muchos pensamientos, ideas, y demás cosas, que en otra ocasión relatare, ahora solo quiero decir que no hay que perder el tiempo en resentimientos por lo que nos hicieron, es mejor darle la vuelta y decir que tenemos enfrente a un maestro, que si fracasamos, el fracaso es mejor maestro que el éxito.

jueves, 10 de junio de 2010

SOBRE BAUTISMO, ORDEN SACERDOTAL Y UNCIÓN DE LOS ENFERMOS

LOS CINCO LLAMADOS RITUALES DE TRÁNSITO.



VIOLETA ELIZABETH ALVAREZ BARRAGÁN


BAUTISMO

Se pensaba que al ser bautizado se adhería a Jesucristo y por medio de los signos se realizaba una transformación interior, además se le acogía por una comunidad, era borrado el pecado original y se infundía la gracia santificante.

Ahora entiendo que esté o no bautizada soy hija de Dios y la gracia es un regalo, que no hay pecado original alguno porque somos creados por amor.

Nos bautizamos para ser humanos en plenitud, para decidir aceptar o rechazar a Dios y la decisión es pública, en sociedad, como hombre integrante de la comunidad.

Nos bautizamos porque creemos en la bondad del hombre y esperamos un mundo mejor. Queremos que la Iglesia sea hogar y signo de fraternidad.

El ser humano se va haciendo humano y no por bautizarse se hace cristiano. Al nacer el nuevo bebé hay que agradecer a Dios por el nacimiento y para que a través de su vida se vaya transformando en un ser libre, consciente de su misión en este mundo y con los demás.

Para mí sería mucho mejor bautizarme cuando estoy consciente de lo que quiero y a lo que voy, no nada más porque así debe ser, aunque por mi formación cuantas cosas se me vienen a mi cabeza.

Cuando los niños están muy inquietos me decían ya bautízalo para que se le salga el diablillo y como influía que al ser bautizados los veía más tranquilos. Así como que era necesario para la salvación.

CONFIRMACIÓN

Para mí la confirmación es hacerme responsable, comprometerme, formar parte de una comunidad y dar un servicio. Confirmar con acciones que quiero seguir el mensaje de Jesús y darlo a conocer, para eso necesito estar de acuerdo y querer hacerlo y que no sea impuesto.

Si un sacramento debe ser creador y fructífero, entonces es absolutamente requerido que tenga sentido y sea inspirador como signo. La confirmación significa don y misión.

Después del Concilio II sigue habiendo ambigüedades, en relación a la edad a la que debe llevarse a cabo, como lo comento al iniciar el escrito es mejor que cada quién lo decida.

Cómo me gustaría que los jóvenes descubran cuáles son sus carismas y que los pongan al servicio de la comunidad y que la celebración tenga verdadera relación con la vida.

UNCIÓN DE LOS ENFERMOS

En aquellos tiempos los médicos eran charlatanes o curanderos, entonces era mejor confiar en la fuerza de sanación que Jesús les había prometido a sus discípulos que en un poder humano muy insuficiente.

Al visitar al enfermo lo más importante es la imposición de manos que el rito de la unción porque al tocar al enfermo con amor puede tener una experiencia no tanto en la salud sino en una paz interior.

Jesús Hernández Carracedo considera que debería ser un sacramento celebrativo en el proceso de acompañamiento al enfermo y su familia. No es sólo para los últimos momentos sino un acompañamiento, acercamiento y presencia por el sacerdote al enfermo y su familia.

Creo que este sacramento lo podríamos dar los laicos, acercándonos más a los enfermos de los hospitales dándoles palabras de aliento y platicando con ellos.

ORDEN SACERDOTAL

El sacramento no es el sacerdocio, sino el rito de consagración. El presidente de esta comunidad no debe entenderse y comportarse como un maestro, él es servidor de todos y su derecho a tomar decisiones lo debe a la participación del Espíritu de Jesús en la comunidad.

Las comunidades cristianas necesitan presidentes no tanto consagrados, cuanto inspirados y creyentes sean éstos hombres o mujeres, que se sientan llamados a mantener la fe viva en Dios y en Jesucristo. Y nadie duda que hombres y mujeres casados pueden ser excelentes anunciadores o anunciadoras.

El celibato no se opone al matrimonio, el acoso sexual del clero es abuso de poder e injusticia. El que se lleve a cabo el ministerio podría ser casado con la aptitud de animar, servir y unir comunidades. Vivir sin relación sexual puede tener sentido, pero vivir sin amar deshumaniza (Juan Masiá).

Estuve leyendo varios de los artículos y estos comentarios me llamaron la atención:

Jesús no impuso a ninguno de sus apóstoles la obligación de vivir soltero. La imposición es una ley de la Iglesia Latina, no de la Iglesia Universal. Lo que Dios quiere es que el amor entre hermanos sea lo más intenso y lo más auténtico posible.

Una manera para que se incremente el número de sacerdotes es que quieran realizar una vida matrimonial sin perder su fe y sin abandonar su vocación.

En el Concilio de Nicea (325) una vez ordenados, los sacerdotes no pueden casarse. Después en el Concilio Vaticano I se establece la infalibilidad del Papa.

Juan Pablo II hace esta declaración en 1993 el celibato no es esencial para el sacerdocio, no es una ley promulgada por Jesucristo. En el evangelio encontramos la respuesta al sacerdocio, todo ser humano alberga su gracia y todos somos sacerdotes.

Yo creo que no hay ningún inconveniente en que los sacerdotes se casen siempre y cuando lleven a cabo su misión, de esta manera su experiencia sería más enriquecedora en todos sentidos. Así como que las mujeres también ejerciéramos este sacerdocio.

lunes, 7 de junio de 2010

UNCIÓN DE LOS ENFERMOS APORTACIÓN DE MERCEDES L. DE OCEGUERA

Sacramento de la Unción de los Enfermos


Recordando el capítulo de los sacramentos del libro de Lenaers, que tan ricamente lo enriquecimos y profundizamos con otros teólogos, como Leonardo Boff, Martínez Lozano, y otros, veíamos que cada cosa, cada suceso histórico, y que el mundo entero es el gran sacramento de Dios, en donde lo efímero se transfigura en señal de la presencia permanente, y lo temporal en símbolo de lo eterno.

Pero esto solo es posible quien vive a Dios, Dios se le presenta como un misterio tan absoluto y radical que se anuncia en todo, lo penetra todo y en todo resplandece.

Si cada momento histórico llega a ser un sacramento de Dios, todo acontecer es un sacramento, en el que se empalma lo visible y lo invisible. Un sacramento es el punto de encuentro de Dios y el hombre, y para ello se precisa del agua, el abrazo, el pan, la mesa de familia, el gesto de perdón, la imposición de manos.

Vimos también que la Iglesia había institucionalizado 7 sacramentos, para los momentos más decisivos en la vida del cristiano. El primero con la iniciación y entrada a la Iglesia, pasando por el crecimiento, fortalecimiento y confirmación de su fe, la decisión de vocación en la vida, etc. Y finalmente el momento inevitable con la muerte.

Es el sacramento de la unción de los enfermos, que como dice Lenaers, sigue teniendo sentido en cuanto en los signos rituales, con un Jesucristo preocupado que viene en la forma de su comunidad a visitar al enfermo, le impone las manos y lo unge de óleo.

A pesar de su nombre de unción de los enfermos, la imposición de manos es más importante que el rito de la unción, ya que el tacto de manos llenas de amor, puede llevar al enfermo a tener la experiencia de la entrada salvadora de Jesús. Entiendo como entrada salvadora de Jesús, a la experiencia sanadora de acogida, llena de paz, serenidad, confianza, de amor, de plenitud.

Lenaers declara que no se debe tener reparo en que haya pastores de enfermos sin consagrar, y que es deseable entonces, que la Iglesia local, y en particular la comunidad parroquial sea la que dé el poder para esta representación.

Yo creo que no es necesario que la parroquia dé este poder para realizar este sacramento tan importante, tan bello, de tanto privilegio para cualquiera de nosotros. El sacramento del momento más importante, más crucial, más trascendente en la vida del hombre. Momentos en que la enfermedad llega con sus sufrimientos físicos y psíquicos, la fragilidad humana se presenta en su más dura expresión, y la muerte la vemos como algo inminente y cercano.

Creo que cualquier ser humano que vive a Dios, que se deja penetrar por El, puede realizar este maravilloso sacramento. Solo se necesita transparentar a ese Dios en mí, misericordioso, compasivo, paciente, comprensivo, dulce, apacible y amoroso, que acerca al Dios que no se ve. Dios que se hace presente y actúa en el hombre en el momento más trascendente de su vida.

Gestos de amor, actitud serena, de apoyo, de compañía, abrazos compasivos, mirada dulce, palabras de esperanza, imposición de manos……signos de por si creativos cuyo resultado es proporcional a la fuerza expresiva y a la plenitud interna de dichos signos.

Me encantó el articulo de Patricia May y he reflexionado mucho sobre él, en el que nos habla de que la cercanía de la muerte es una experiencia llena de pensamientos, sentimientos y emociones, ya que el rechazo a la muerte tiene que ver con el miedo a la pérdida de la propia identidad, a entrar en una zona de misterio donde todo lo que fuimos se acaba. Tiene que ver con el fin de recuerdos, roles, relaciones, ideas sobre nosotros mismos y el mundo que llamamos “yo”.

Sin embargo las tradiciones espirituales plantean que si dejáramos todo aquello con lo que nos hemos identificado, nos encontraríamos con nuestra identidad más profunda.

Como Patricia May, yo también digo: ¡Qué maravilla poder morir a todo aquello que nos limita, que nos apresa y que no nos permite expresar la luz y nuestro yo profundo”.!

¡"Que liberador sería transitar por las etapas de la vida nutriéndonos de la riqueza y experiencia que nos dejan sin quedarnos apegadas a ellas”!

“Aprender a morir el pequeño yo egocéntrico, neurótico, dependiente o manipulador, sería entonces una bendición y de eso se trata en el proceso espiritual de morir para renacer a nuestra identidad esencial.”

“Y así, desde este punto de vista, nuestro drama no es la muerte, sino el no poder morir a aquello que nos condiciona y nos aprisiona para renacer a la luz que hemos ocultado tanto tiempo”

Leonardo Boff, en su artículo “Vida más allá de la vida”, nos dice cómo para el ser humano, la muerte constituye siempre un drama y una angustia. Cómo todo en su ser clama por una vida sin fin, pero no por eso puede detener los mecanismos de la muerte que se aproxima inevitablemente. La vida va gastando su capital energético hasta morir, pues todo lo creado está sometido a la segunda ley de la termodinámica, la entropía.

Sin embargo, Boff, retoma el grito de San Pablo: ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?, y respondía: Gracias a Dios, a Jesucristo Nuestro Señor. Esta frase testimonia el hecho mayor de que alguien nos libró de la muerte. En alguien la vida se mostró más fuerte que la muerte e inauguró una sintropía superior.

Es el significado principal de la resurrección, como una revolución dentro de la evolución, como un saltar a un tipo de orden vital no sometido ya a la entropía.

Podemos afirmar que la vida mortal se transfigura. En el proceso evolutivo, la vida alcanzó tal densidad de realización que la muerte ya no consigue penetrar en ella.

Finalmente la angustia existencial desaparecerá y nuestro corazón se sosegará. La alternativa no es vida o muerte, sino vida o resurrección.

Así mismo, Leonardo Boff nos invita a la autorrealización a través de dos actitudes fundamentales, que debemos enfrentar y vivir permanentemente.

1) La aceptación de los propios límites.

Sabemos que entre el deseo y sus realizaciones siempre hay un desfase. Ante la impotencia de afrontar hechos que no podemos cambiar, solo existe la aceptación, o como Boff dice, aprender a ser creativamente resignados, y en vez de crecer hacia fuera, podemos crecer hacia adentro; en la medida que creamos un centro donde todas las cosas se unifican y descubrimos cómo de todo podemos aprender. Al modificarnos en nuestro centro, nacerá en nosotros una fuente de luz que se irradiará a los demás.

2) La capacidad de desapegarse.

Ésta nos llevará a la madurez personal y a la libertad interior. El desapego nos lleva a irnos despidiendo de nosotros mismos, de las cosas y personas que nos rodean hasta despedirnos de la propia vida, y en este proceso vamos dejando atrás un poco de nosotros mismos.

El sentido de este lento despedirse, nos dice Boff, guarda un sentido existencial, ya que si somos un proyecto infinito y un vacío abismal que clama por plenitud, ese desapegarse significa crear las condiciones para que algo Mayor venga a llenarnos, ¿No será que el Ser Supremo, hecho de amor y bondad nos va quitando todo para que podamos ganar todo, más allá de la vida, cuando finalmente descansará nuestra búsqueda?

Al perder, ganamos y al vaciarnos nos llenamos. Al desapegarnos de todo, de nuestros deseos, nuestro yo egoico, de nuestro identidad mortal que creemos ser, nos encontraremos con nuestro verdadero yo.

Después de todas estas reflexiones de lo que significa la muerte para el ser humano y para mí, yo quisiera prepararme, a través de estudios de tanatología y espiritualidad, en la pastoral del enfermo, en pastoral del moribundo, ser un pastor no consagrado y hacer de estos momentos un verdadero sacramento. Acompañar amorosamente en este paso definitivo, hacer presente a Dios, nosotros, como comunidad, a través de signos visibles, y ayudar a que el miedo, temores y angustia, se transformen en momentos de verdadera confianza en un Dios amoroso, llenos de serenidad y luz. Deseo ser un testigo fiel de este proceso en vida de aceptación de mi limitación humana y de una vivencia profunda de desapego, y vivir a Dios en cada momento de mi vida.

jueves, 27 de mayo de 2010

LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS PARTICIPACIÓN DE LOURDES ADÁN

La unción de los enfermos nace de la muy antigua idea de las múltiples bondades del aceite de olivo, y de la fuerza de sanación de Jesús al imponer sus manos sobre los enfermos.

Además, en el medio judío, se vinculaba siempre a la enfermedad con el pecado y la culpa. Por esta razón precisamente, Jesús quiso dejar claro, con su acercamiento a toda clase de enfermos, que el amor de Dios no estaba lejos de ellos, nunca lo está; por el contrario, su Amor por el que sufre, unido a la fe del enfermo, producía una completa sanación de cuerpo y alma.

Por todo lo anterior, Santiago apóstol, en su Carta, recomienda el acompañamiento a los enfermos, la unción con aceite y la imposición de manos, para ayudar al enfermo en su necesidad y como camino de restauración de su armonía espiritual y física. Desde entonces, la iglesia ha tenido entre sus actividades hacia la comunidad, la unción de los enfermos, que luego se convirtió en sacramento.

Hoy, con los tremendos avances de la medicina, y con la consciencia clara de que la enfermedad no es castigo divino, ¿qué sentido tendría seguir administrando la unción de los enfermos, y en qué sentido sería un Sacramento, pregunta Lenaers?

Sin duda el acompañamiento al enfermo, el toque físico con las manos y el cariño y compañía de alguna persona, especialmente si es un familiar cercano, es para el enfermo, y lo debe ser especialmente para el enfermo terminal, un alivio enorme. Realmente no tendría que ser un sacerdote quien administrara la unción, sino cualquiero cristiano que acompañe con cariño y desinterés al enfermo (a) en sus necesidades. Esto, sin duda, representaría una gracia para el enfermo, quien vería reflejado, a través de su acompañante, el Amor de Dios en esos momentos difíciles. Yo misma tengo una experiencia de este tipo cuando pude acompañar a mamá, en el trance de sus dos meses de enfermedad terminal, en los que nunca perdió su sonrisa; cosa que no experimenté cabalmente con papá por la naturaleza de su larga enfermedad, ni con mi flaco, lo cual todavía siento profundamente.

Hoy en día, tendría que replantearse, y de hecho se está haciendo, el derecho del enfermo a morir con dignidad o a bien morir, cuando se sabe que está ya en una enfermedad terminal o cuando se sufren dolores inenarrables. Dios nos dió la libertad para administrarla con sabiduría.

Acompañar a un enfermo en su fase terminal es una labor eminentemente humanitaria; creo que ningún ser humano debería morir sólo, aislado. El calor humano de alguien compasivo, da más seguridad que muchos médicos alrededor de la cama. Por el contrario, ver a un cura llegar inopinadamente en la habitación del enfermo, puede provocar angustia, miedo y sufrimiento.

Debido a esto, creo que el sacramento de la unción de los enfermos, debería replantearse y no realizarse como hasta hoy. Considero que debía ser un verdadero acompañamiento al enfermo terminal; acompañamiento que exige conocimientos de psicología y de tanatología; además de cercanía, cariño, y visitas continuas al enfermo y no una sola visita, en la que el sacerdote, cariacontecido, musita palabras que nadie entiende y sale por la puerta del enfermo sin haber dejado tras de sí una verdadera paz, y amor para el enfermo.

María de Lourdes Acevedo

viernes, 30 de abril de 2010

Participación bastante atrasada....

Comentarios de Elsa Urbina
Capítulo 14 b Los cinco llamados rituales de tránsito
El miedo reinaba, todo lo llenaba…. Siempre Alguien viéndote desde arriba, si no te confesabas bien, si no decías todos los pecados, si no bautizabas rápido a los niños, si no los preparabas bien para la primera comunión y si no se confirmaban, a esto último los llevé a fuerza, casi arrastrando pero aún cumpliendo con esas responsabilidades no llegaba la tranquilidad… seguía el miedo de que se desviaran, que no fueran a misa…etc. Impuse, obligué, forcé, exigí, y pido disculpas
Que ventura de Emiliano vivir sin telarañas teológicas, ni ritos impuestos, ni celebraciones sin sentido, pero…. ¿habrá alguien que le hable sobre Quien lo ama incondicionalmente? ¿Que el miedo no habitará su alma si confía en el amor de Dios?
¿Qué nunca está completamente solo?

Es así que a través de ahondar en esta forma nueva de entender el Cristianismo he ido caminando y quitando todo aquello obstaculiza, obnubila, la maravilla de mensaje que Jesús nos compartió
Medio entiendo la riqueza de los signos, medio entiendo la profundidad de su significado, y MEDIO ENTIENDO LA PRESENCIA DE EL EN MI.

Lo que entiendo algo mejor es que ha desaparecido para mí el hokuspocus del confesionario: entro manchada por el pecado y salgo bañada de gracia recibida a través de las manos “santas” del padre, también sobre la transubstanciación que siempre me sentí carente de fe por no entenderla, del aceite mágico sanador que ni servía porque ni sanaba… que continúo queriendo entender otras cosas….

Lo que ahora creo es que:

EL SACRAMENTO ES SIGNO
SIGNO ES:
Es fuerza creadora y fecunda
Es luz que ilumina
Es camino que te guía
Es recuerdo que despierta
Es señal que te llama
Es compañía en el camino
Es fortaleza en la soledad
Es oasis en el desierto
Es silencio en la obscuridad
Es risa con el hermano
Es abrir las puertas del corazón
Es prescindir de la mediación
Es fortalecer lazos de relación
Es calidez en un apretón de manos
Es desear entender la razón del otro….

Es toda acción, pensamiento y sentimiento que te lleva a responder a Aquel que siempre es, que siempre está, que siempre busca, que siempre espera, que siempre conforta QUE SIEMPRE AMA… es FUERZA que se re-fuerza en la interioridad y te sensibiliza en la exterioridad para hacerte comunidad que acompaña, que sostiene, que anima, QUE VIVE…. es lo que entiendo ahora como sacramento…

APORTACIÒN DE LOURDES ADÁN AL SAC. DEL ORDEN SACERDOTAL

Comentarios al sacramento del orden sacerdotal.

Por lo que he leído acerca del sacramento del orden sacerdotal, tanto en el libro de Lenaers como en varios artículos recientes que, con motivo de la crisis por la que atraviesa la Iglesia, han sido escritos por excelentes teólogos para reflexionar en la necesidad de cambios profundos dentro de la Iglesia y, en especial en lo que se refiere al sacerdocio ministerial, creo que hay mucho qué decir y qué hacer.

Hay que empezar por decir que en las primeras comunidades cristianas, no existía el sacramento del Orden y, en ninguna parte del Nuevo Testamento se llama “sacerdote” (hiereus) al presidente de la comunidad es decir, a la persona encargada del propiciar la vida comunitaria, el servicio a viudas, huérfanos y pobres y las Cenas del Señor, y no era considerado maestro, sino servidor de la comunidad; esto es muy importante entenderlo.

Poco a poco este hermoso ministerio, fue alejándose de su espíritu originario, especialmente en el siglo V, en que el cristianismo fue nombrada religión oficial del Imperio Romano y que heredó, no sólo los templos paganos para sus celebraciones, sino el fasto y el culto basado en los sacrificios, como lo era en Israel y los pueblos paganos. Sacerdote y sacrificio era un binomio inseparable en esas culturas. Se fue olvidando el ministerio de servicio hacia la comunidad y la Cena del Señor y pasó a ser el sacrificio eucarístico presidido por el sacerdote con vestimentas y estatus especiales.

Jesús no fue sacerdote, fue un laico y su mensaje central se basa en compartir una vida fraterna y comunitaria, donde nadie fuera excluído y todos se sintieran acogidos y respetados; eso para Jesús era construir el Reino de su Padre. y quiso ser parte,Él mismo de una pequeña primera comunidad de vida.

Pero esto se fue desvirtuando como ya dije y nació el ministerio sacerdotal por el que un hombre es ascendido del grupo de laicos a un estatuto eclesiástico y sociológico más elevado, separándolo definitivamente del servicio a las viudas a los pobres y de la fiesta compartida de la Cena del Señor Jesús.

Estoy convencida de que estamos viviendo días de una gran crisis para la Iglesia por todo lo que ya sabemos y hemos escuchado últimamente, con tristeza, dolor, pero a veces también, con coraje. Pero siento en mi corazón que existe la gran oportunidad, si participamos todos, de volver a las fuentes, de volver la mirada al Jesús de Galilea, a aquél hombre compasivo e iluminado que nos reveló el verdadero rostro de Dios, su Padre y nuestro Padre, y el verdadero rostro del ser humano: hijo amado del Padre.

Creo que las propuestas para una renovación de nuestra Iglesia, nos competen a todos; sin embargo, puedo avanzar, en mi opinión, ciertas líneas directrices en las que deberíamos reflexionar profundamente y buscar caminos concretos para realizar un aggiornamento radical, que hoy reclama no sólo el Pueblo de Dios, pero el mundo entero.

· Empezar por construir una Iglesia más democrática y más participativa, donde todas las voces se hicieran oir con respeto.
· Convocar a un 3er. Concilio Vaticano III, donde el apartado anterior se hiciera realidad.
· Repensar el sacerdocio ministerial a fondo, empezando por el voto de celibato obligatorio, y ver la manera de que vuelvan a ser animadores de pequeñas comunidades y presidentes de la Fiesta del Señor. Hoy, los sacerdotes han pasado de ser de servidores, a ser, la mayoría de ellos, administradores de Parroquias y Sacramentos.
· Urge una reforma teológica y catequética que sea luz para las personas y no camisa de fuerza para inteligencias y vidas particulares.
· Una reforma espiritual, para promover la mística, o la vida en el Espíritu, a la cual todos estamos invitados, por esa cualidad humana fundamental profunda que nos hace ser espíritus encarnados.
· Acabar con la Papalatría y la obediencia ciega al clero, que nos ha llevado a verlos en un nivel que no tienen y que nos ha llevado hoy a la crisis que estamos viviendo.

Creo que estos son algunos lineamientos que considero urgentes e indispensables para afrontar la crisis que estamos viviendo hoy en día. Habrá muchos más seguramente, y entre todos, habremos de irlos descubriendo y trabajando. Creo que deberemos unirnos en oración, para escuchar y seguir la voz del Espíritu, que siempre sopla donde quiere y como quiere.


María de Lourdes Acevedo

martes, 27 de abril de 2010

PARTICIPACIÓN DE ELISA ZEAVERT CON RELACIÓN A LA CRISIS ECLESIAL

Muchas veces no tengo tiempo de escribir los pensamientos y darles forma:: te mando esto que me ha dado vueltas en mi cabeza.

¿QUE ES IGLESIA?

Amo a mi Iglesia, me duele ver lo que está pasando, porque son claros los signos de que necesitamos un nuevo Concilio, como lo hizo el Papa Juan 23. Pero también es confuso para muchos creyentes este concepto, algunos piensan que la Iglesia es la jerarquía, el gobierno eclesiástico, otros que es el conjunto de personas que profesan la religión cristiana fundada por Jesús, y otros hasta ven a la Iglesia como el edificio donde se reunen los fieles....como vamos a vivir el mensaje de Jesucrito, y que más tarde San Pablo, lo dijo que somos el Cuerpo Mistico de Cristo, y que cuando un miembro sufre, todos sufrimos igual. por eso, Todos formamos parte de la Iglesia, y como tal, tenemos el deber de vivir sabiendo que somos parte CRISTO, y que DIOS tiene un plan para la humanidad.La Visión es vivir todos como hermanos, sociedad fraterna...
La institución Iglesia, está sufriendo cambios importantes, como muchas instituciones, donde ante la modernidad y la globalización, han hecho que se valoren muchos aspectos. sobre todo la importancia del ser humano, como hasta el más pequeños de los colaboradores, siempre tienen mucho que opinar,..
Apertura es lo que necesitamos, verdadera espiritualidad, donde el Espiritu del Señor pueda hablar en todos los miembros de la Iglesia, y exista esa escucha, para que la cabeza, de este Cuerpo Mistico que es Cristo, pueda dirigir a estos hombres y mujeres consagrados, a que lleven a la Iglesia por los Caminos que el Señor quiere.
como dice unos de escritos que me encantó el SER IGLESIA.....VIVIENDO SU PRESENCIA EN TODO NUESTRO DIARIO QUEHACER.
Son algunas ideas, los artículos están muy interesantes, y te obligan a aprender a pensar......no todo nos fue dado,,,,,,hay que despertar la conciencia hacia la Voluntad Divina, siendo verdadera Iglesia en la Tierra.

sábado, 24 de abril de 2010

A PROPÓSITO DE LA CARTA DE HANS KÜNG A LOS OBISPOS

COMENTARIOS DE DE PATY GUTIÉRREZ

Querida Ana Laura:

Fijate que escuché el evento en la mañana en un programa de análisis pero no había leído la carta.

Para mí es muy reconfontante y esperanzador el que haya sacerdotes tan valientes y dispuestos a la transformación con decisión y coraje.
Esa es nuestra Iglesia, estos los sacerdotes valiosos que también hay en nuestra Iglesia y que manifiestan el Amro de Jesus. Acciones com esta nos dejan ver que nuestra iglesia sí requiere una reforma profunda y una refundación más no optar por el otro camino, el camino más fácil, el del abandono de nuestro espacio de relación con Jesús, para unirse a otras corrientes o iniciar nuevos caminos religiosos. Hay mucha gente valiosa en nuestra Iglesia que ha dado y da testimonio del Mensaje Central de Jesús, y haciendo comunidad con esta gente tan valiosa voleveremos a encontar el corazón del camino de Jesús.

En lo persona, me gustaría expresar mi apoyo pero no se cómo ni cuales serían las vías. Yo no sé si vaya a poder ir manaña a la sesión pues tengo muchísimo trabajo que tengo que dejar realizado pues estoy por salir fuera de México a un viaje un poco largo. Pero me encantaría estar con ustedes y escuchar a cada una sus comentarios y tal vez si todas lo desean o varias podamos juntas expresar el apoyo de nuestra pequeña comunidad, o al menos de las que estemos de acuerdo.

¿Cómo podemos apoyar? ¿Cómo podemos expresar y enviar nuestro apoyo?.

¿Cual en general ha sido la reacción en Europa y en México, tienes una idea?

Un abrazo.
Patricia.

COMENTARIO DE MADE VIGNAU

Estoy convencida que las protestas y críticas en contra de la actuación de malos sacerdotes y de la jerarquía involucrada en encubrimientos malignos están no sólo justificadas, sino son necesarias e indispensables para la supervivencia de la Iglesia como cuerpo de Cristo, pero también es cierto lo que dice el editorialista al final del artículo; creo firmemente que necesitamos conocer todo el bien que hace la Iglesia (a través de individuos y organizaciones católicas) y conocer sus errores y aberraciones, para poder tomar decisiones fundamentadas.Con el principio del artículo tengo mis reticencias y cuestionamientos. Sin embargo, sí creo que hay que equilibrar la balanza y tratar de ver el conjunto, sin callar las críticas por obediencia mal entendida ni atacar sólo visceralmente, porque estamos decepcionados o lastimados. Jesús no nos enseñó eso. Hay que renovar..., buscando en el proceso aprender, rectificar y purificar. Ser mejores cada día, individual y colectivamente. Ver sólo un lado - bueno o malo -, no deja de ser una visión incompleta. Crezcamos juntos en la fe - que está puesta y centrada en Cristo.Que tengan una semana muy bendecida

COMENTARIOS DE BEATRIZ ALANÍS DE SÁMANO

Me impacta todo lo que está pasando en la Iglesia. A pesar de haber escuchado algunas noticias sobre cuestiones de iglesia, yo no estaba enterada de la magnitud de todo esto hasta que leí la carta de Hans Kung y los comentarios que se anexan. Nunca había escuchado que un miembro de la Iglesia hiciera un llamado público en los medios de comunicación a todos los obispos a ser Valientes y enfrentarse al Vaticano. Me siento mal por esa ignorancia, pero a la vez, en el medio en el que yo me muevo parecería que los católicos (o los que nos decimos católicos por tradición familiar) estamos al margen de todo esto. Nadie habla del asunto y cuando lo he comentado me miran como si se tratara de otra iglesia, o como diciendo: “ya tenemos suficientes problemas con la crisis de empleo, la económica, el cambio climático, los fenómenos naturales como las inundaciones, terremotos y tsunamis, tanto los pasados como los posibles, la corrupción dentro del gobierno, la violencia intrafamiliar, los indocumentados, el tráfico de personas y niños, los secuestros, la guerra contra el narcotráfico que ha dejado miles de muertos en todo México, y el posible Estado Fallido en el que estamos a punto de caer como nación, como para preocuparnos de eso”. Creo que muchos católicos no se van a percatar de nada hasta que pase algo que les afecte directamente, como por ejemplo que se cierre la iglesia a la que asisten aproximadamente cada mes porque el Vaticano lo ordenó, o que la escuela católica a la que van sus hijos les exija, para poder seguir inscritos, una carta que exprese su fidelidad o rechazo al papa; o algo semejante.

Hace dos semanas vi la película de Lutero (Luther) y me llama la atención el gran parecido que hay con los síntomas que la Iglesia presenta actualmente: poco contacto con la realidad del pueblo, necesidad de controlar y mantener el poder, criterio cerrado, etc.

Todo lo que está pasando actualmente parece parte de la crisis de esta época que nos está preparando para una nueva era. Tal parece que los cambios que se requieren para sobrevivir en un futuro son tan radicales que la misma historia está teniendo una involución para que se genere una super y renovada evolución, ya que como dicen algunos comentarios, no se trata de hacer reformas, sino cambios radicales. Lo que se ve venir es un gran cisma parecido al de Lutero, sólo que deseo que esta ruptura no genere tanta violencia y muerte, y que los seguidores por convicción o por condiciones de vida de ambas corrientes puedan encontrar, a pesar de esta situación, el amor y la guía de Jesús en sus corazones. Por lo pronto, los que tenemos más acceso a la información, podemos irnos preparando y apoyando este gran cambio desde una mayor libertad y responsabilidad. Deseo unirme al comentario de Paty para hacer comunidad y desde ahí poder apoyar de alguna manera los cambios que la Iglesia necesita.

jueves, 15 de abril de 2010

LOS RITUALES LLAMADOS DE TRÁNSITO. BAUTISMO Y CONFIRMACIÓN

REFLEXIÓN. CHAQUI O. DE IÑESTA

EL BAUTISMO

Es una pena que en la actualidad el sacramento del Bautismo a perdido su verdadero significado, que es el de estar plenamente adheridos a Cristo, a su Iglesia. Se ve como algo ritual, como algo que ayuda a tener el papelito para pertenecer a una Iglesia que ni siquiera se conoce, ni se pertenece. Ahora en día se preocupan más por escoger a unos padrino que sean amigos y que ayuden a resolver problemas económicos, en lugar de preocuparse por escoger unos padrinos que ayuden al hijo a acercarse cada vez más a Dios, que les den un buen testimonio de vida, un buen ejemplo.

CONFIRMACIÓN

Al leer los diferentes artículos relacionados a este Sacramento, también descubro que muchos se acercan a pedir este sacramento únicamente porque ya les toca, porque lo necesitan para casarse por la Iglesia, pero que no se quieren comprometer estar unidos a Jesús y comprometerse a ser cada día mejores seres humanos.

Yo tengo varios años trabajando con muchachos adolescentes y veo con agrado que mucho de lo que les tratamos de transmitir es eso, que descubran el gran Amor que Dios les tiene, y cuando descubren ese gran Amor, su vida se transforma y yo he palpado grandes cambios en los muchachos. Desgraciadamente veo que en la actualidad los padres están verdaderamente alejados de la Iglesia y únicamente se acercan a pedir el sacramento por compromiso, pero totalmente desvinculado de sus vidas y cuando los chicos quieren que sus padres asistan a la Iglesia con ellos, no los apoyan, para estos padres es un verdadero estorbo todas las actividades de la Iglesia, están muy ocupados con otras cosas.

Yo sigo trabajando en esto, porque me gusta y porque aunque a veces siento que trabajo en el aire, he descubierto que si, hay chicos que me dicen que lo que vivieron en este año de preparación verdaderamente los marcó. Que cuando necesitan a Dios, saben que El los ama plenamente.

lunes, 12 de abril de 2010

Aportacion Gustavo Gómez

Comentarios de Gustavo Gómez al Capítulo No. 14 Sesión 4

Una vez realizadas varias sesiones en donde hemos comentado lo concerniente a los sacramentos y el espacio que hemos dedicado nos permite continuar con el análisis del tema, entonces me voy a permitir seguir comentando los relativo al Capítulo 14.
Ya señalaba con anterioridad que los sacramentos es el proceso de afiliación establecido por la iglesia para el control de sus fieles. Para ello, en cada sacramento cumplido te van entregando la renovación o vigencia de tu fe (de lo contrario estas en pecado). Este procedimiento se me figura al de credencialización del IFE, en donde en la parte de atrás de la credencial, colocan algunos cuadros por año de votación y para ello en cada elección realizan una perforación como esquema de control. Dicha credencial tiene una vigencia y posteriormente viene una renovación.
Así la iglesia con sus sacramentos; pareciera que te entrega tu credencial al nacer o en el bautismo y a lo largo de tu vida tienes que checar sacramento por sacramento, para que al término de tus días, entregues la credencial para demostrar que cumpliste en vida y así la iglesia te pueda abrir el reino de los cielos. ¿Qué patético?
Los signos y los ritos nos sirven, entre otras cosas, para llevar a cabo una celebración, derivada de un acto en donde la felicidad, la alegría, la amistad, el acompañamiento, la paz, etc; se manifiestan en forma de festejo o fiesta, y para nuestro caso, para poder establecer y reafirmar los vínculos que nos unen a EL, y no para ser objeto de conteos de afiliación y control de nuestra Fe.
Todos llevamos nuestro proceso de crecimiento al paso que nosotros mismos marcamos, y si deseamos re-significar los sacramentos, así sea, entonces celebremos nuestros ritos, celebremos nuestros signos por amor a EL, pero sin obstinarnos en perpetuar falsedades que la iglesia consagró.
Dios es lo más grande que haya sucedido en nuestras vidas, y no necesita de la mentira para ser amado.

martes, 23 de marzo de 2010

APORTACIÓN DE GUSTAVO GÓMEZ

Los cinco llamados rituales de tránsito: Bautismo, confirmación, unción de los enfermos, ordenación sacerdotal y matrimonio.
Comentarios de Gustavo Gómez al Capítulo No. 14

El tema llama a reflexión nuevamente y a revisarlo todo.
En las últimas dos sesiones hemos revisado lo relativo a los sacramentos y estamos en el proceso de revisión de cada uno de ellos a detalle.
En estas últimas sesiones hemos señalado todo cuanto nos han dejado los sacramentos en lo personal y llama la atención el hecho de que en ningún caso, al haberlos recibido en sus diferentes etapas, nadie se sintió cobijado por el halo divino, o bien se sintió superior con la caparazón celestial, o vaya, ni siquiera notó un cambio en su vida.
Por qué sucede esto; simplemente porque los sacramentos no significan la entrega de ninguna divinidad, ni corazas divinas, vaya, ni siquiera tiene que significar un cambio en tu vida.
Los sacramentos han sido un amarre en silencio a la iglesia y a la religión, y en ningún caso buscan encontrar el camino del amor, felicidad, paz o fomentar una personalidad sana en las personas; simplemente o los tomas o vives en el pecado.
En el mundo moderno, las personas estamos en constante búsqueda de la felicidad y del amor, de algo más que casas, coches, viajes, escuelas con inglés y computación, vida social intensa, dinero y todo aquello que produce satisfacción inmediata.
Entonces pensaríamos si debemos re-significar los sacramentos de la iglesia católica.
Las preguntas serían ¿Porqué y Para qué? ¿deberíamos hacerlo?
Mi respuesta es un “NO ROTUNDO”.
Porqué:
Cuando iniciamos este Taller, los primeros capítulos nos señalaban que la estatua de Nabucodonosor se estaba derrumbando, ya que la base de la misma era de barro y no soportaba el peso de las piezas de arriba, por lo que el derrumbe era inminente.
Uno de los aspectos que se señalaban es que el lenguaje de la iglesia católica y todo lo que se decanta en el, correspondía a la edad media, y por tanto estaba estancado, rancio, obsoleto, rezagado.
Hemos revisado paso a paso todo lo concerniente a dogmas, ritos y mitos, y nos hemos dado de frente con la intransigencia y cerrazón de la estructura que gobierna los destinos de la iglesia católica.
Si las cosas están así y nuestra religión y sus poseedores celestiales están cerrados a no modificar sus estructuras y sobre todo, no están dispuestos a re-fundar la religión católica, nos preguntaríamos si en realidad vale la pena re-significar los sacramentos, los cuales están pensados, elaborados y bordados expresamente para esta religión.
Visto de forma coloquial, si tenemos en la iglesia católica a un carromato de madera viejo, sucio, apolillado y enmohecido y además resulta ser duro, incomodo, estático y obsoleto, que caso tiene colocarle aditamentos producto de la modernidad, como por ejemplo un sistema fuel-injection, o frenos ABS, o quemacocos, o bolsas de aire, o rines cromados con llantas de última generación y además asientos de piel, entre otros.
El resultado va a ser que tendremos una nueva carreta, que llamaremos la Carreta Frankestein, que ni es lo que era en el pasado, y mucho menos es el presente, ni lo representa. Y como resultante tendremos una carreta fea, hechiza, absurda, y disparatada.
ELos cinco llamados rituales de tránsito: Bautismo, confirmación, unción de los enfermos, ordenación sacerdotal y matrimonio.
Comentarios de Gustavo Gómez al Capítulo No. 14

El tema llama a reflexión nuevamente y a revisarlo todo.
En las últimas dos sesiones hemos revisado lo relativo a los sacramentos y estamos en el proceso de revisión de cada uno de ellos a detalle.
En estas últimas sesiones hemos señalado todo cuanto nos han dejado los sacramentos en lo personal y llama la atención el hecho de que en ningún caso, al haberlos recibido en sus diferentes etapas, nadie se sintió cobijado por el halo divino, o bien se sintió superior con la caparazón celestial, o vaya, ni siquiera notó un cambio en su vida.
Por qué sucede esto; simplemente porque los sacramentos no significan la entrega de ninguna divinidad, ni corazas divinas, vaya, ni siquiera tiene que significar un cambio en tu vida.
Los sacramentos han sido un amarre en silencio a la iglesia y a la religión, y en ningún caso buscan encontrar el camino del amor, felicidad, paz o fomentar una personalidad sana en las personas; simplemente o los tomas o vives en el pecado.
En el mundo moderno, las personas estamos en constante búsqueda de la felicidad y del amor, de algo más que casas, coches, viajes, escuelas con inglés y computación, vida social intensa, dinero y todo aquello que produce satisfacción inmediata.
Entonces pensaríamos si debemos re-significar los sacramentos de la iglesia católica.
Las preguntas serían ¿Porqué y Para qué? ¿deberíamos hacerlo?
Mi respuesta es un “NO ROTUNDO”.
Porqué:
Cuando iniciamos este Taller, los primeros capítulos nos señalaban que la estatua de Nabucodonosor se estaba derrumbando, ya que la base de la misma era de barro y no soportaba el peso de las piezas de arriba, por lo que el derrumbe era inminente.
Uno de los aspectos que se señalaban es que el lenguaje de la iglesia católica y todo lo que se decanta en el, correspondía a la edad media, y por tanto estaba estancado, rancio, obsoleto, rezagado.
Hemos revisado paso a paso todo lo concerniente a dogmas, ritos y mitos, y nos hemos dado de frente con la intransigencia y cerrazón de la estructura que gobierna los destinos de la iglesia católica.
Si las cosas están así y nuestra religión y sus poseedores celestiales están cerrados a no modificar sus estructuras y sobre todo, no están dispuestos a re-fundar la religión católica, nos preguntaríamos si en realidad vale la pena re-significar los sacramentos, los cuales están pensados, elaborados y bordados expresamente para esta religión.
Visto de forma coloquial, si tenemos en la iglesia católica a un carromato de madera viejo, sucio, apolillado y enmohecido y además resulta ser duro, incomodo, estático y obsoleto, que caso tiene colocarle aditamentos producto de la modernidad, como por ejemplo un sistema fuel-injection, o frenos ABS, o quemacocos, o bolsas de aire, o rines cromados con llantas de última generación y además asientos de piel, entre otros.
El resultado va a ser que tendremos una nueva carreta, que llamaremos la Carreta Frankestein, que ni es lo que era en el pasado, y mucho menos es el presente, ni lo representa. Y como resultante tendremos una carreta fea, hechiza, absurda, y disparatada.
En ningún caso obtendremos lo que estamos buscando, amor, paz, bienestar, crecimiento, fe adulta, o simplemente tranquilidad y por supuesto, ni hablar de trascendencia.
Para mí es definitivo, la estatua ya se derrumbó, ya está en el suelo, tenemos que construir otra.
Una vez construida, pensaremos en nuevos signos y nuevos sacramentos.
Nos tocó para bien o para mal, ser actores del proceso de cambio.
Ya no tenemos a la iglesia omnipotente y para mí, esa estatua ya francamente no existe.
Tenemos que construir una nueva fe, esa es nuestra tarea, una fe que nazca del corazón, de la conciencia, de la modernidad, de la unidad.
El pasado es historia, pero el presente construye una nueva historia.
Sigamos nuestro proceso y hagamos de nuestra tarea, un camino de fe, pero de fe adulta y moderna.n ningún caso obtendremos lo que estamos buscando, amor, paz, bienestar, crecimiento, fe adulta, o simplemente tranquilidad y por supuesto, ni hablar de trascendencia.
Para mí es definitivo, la estatua ya se derrumbó, ya está en el suelo, tenemos que construir otra.
Una vez construida, pensaremos en nuevos signos y nuevos sacramentos.
Nos tocó para bien o para mal, ser actores del proceso de cambio.
Ya no tenemos a la iglesia omnipotente y para mí, esa estatua ya francamente no existe.
Tenemos que construir una nueva fe, esa es nuestra tarea, una fe que nazca del corazón, de la conciencia, de la modernidad, de la unidad.
El pasado es historia, pero el presente construye una nueva historia.
Sigamos nuestro proceso y hagamos de nuestra tarea, un camino de fe, pero de fe adulta y moderna.

viernes, 19 de marzo de 2010

APORTACIÓN DE PATY GUTIÉRREZ

CAPÍTULO 14 – EL BAUTISMO
Los seres humanos somos parte de algo más grande que nosotros mismos.
El holograma sería una metáfora física de esta realidad en la que cada ser humano es un todo complejo con realidad físico-espiritual, y a la vez conforma con todo su ser esta realidad mayor físico espiritual que es la humanidad, entendiéndola a ésta, una vez más en palabras de Lenaers, como una forma en que Dios se expresa a sí mismo.
En este sentido, el nacimiento de un bebé, un nuevo miembro en una familia, un nuevo miembro de una comunidad, un nuevo ser humano, es una inédita, creadora y única expresión de Dios que una vez más se hace maravillosamente visible en este ser pequeñito, que es parte de algo más grande que sí mismo, es parte de todos nosotros, es una manifestación más “espacio-temporal-espiritual” de la inmensa grandeza Divina.
Como seres humanos, somos seres esencialmente relacionales, interdependientes e históricos, es decir no somos individuos aislados que existimos y manifestamos nuestro ser de manera encerrada e independiente, somos siempre “en relación con”, somos parte del grandioso tejido del cosmos, en permanente relación y unión con los otros, con toda la creación.
Así es que, cuando un nuevo ser humano llega con todo su “Ser” a formar parte de nuestra familia, comunidad y género humano, llega para ser parte de nosotros mismos. Con su existencia, nutre nuestra existencia. No se pertenece a sí mismo, no es en sí mismo, “es” con todos nosotros.
Por esto, la existencia de una celebración para el sacramento del Bautismo –re-significandolo- cuando nace un bebé, a mí sí me hace mucho sentido. Me hace sentido sobre todo desde una perspectiva teónoma, porque la fuerza creadora de este sacramento es, o debiera ser, el símbolo del reconocimiento fascinante, en la comunidad que recibe a este nuevo ser y se hace cargo de él, de que la materia se ha transformado una vez más, con la fuerza creadora Divina y la co-participación del hombre y mujer que le han dado vida, para devenir en un ser que comparte la expresión humana de Dios. El sacramento del Bautismo debe tener también un fuerte sentido como ritual en el que los miembros de la familia, de la comunidad, del género humano, nos sentimos transformados y enriquecidos por este nuevo ser que viene a “ser con todos nosotros”. Así, todos los participes de esta ceremonia deberíamos también recibir el Agua, como este símbolo de disposición a la transformación nutriente, y amorosa que nos posibilita la llegada de este nuevo ser a nuestras vidas.
Al mismo tiempo esta celebración como sacramento debe contener significado dirigido hacia la personita misma que llega al mundo, debe ser también un poderoso símbolo que manifiesta que se reconoce en él su substancia humana espiritual y se le acoge, no como un ser aislado, sino como un ser al que, siendo parte del entramado humano, se le hereda amorosamente la sabiduría y acompañamiento de su familia y comunidad en el conocimiento del mensaje de Jesús como el camino para su crecimiento personal, expansión de su conciencia y comprensión profunda de su realidad humana en vínculo con lo Divino. El Agua una vez más funcionaría como símbolo de esta sabiduría comunitaria que le es heredada a este nuevo ser y que se derramará en él, en el camino de su vida, por sus padres, padrinos y comunidad, para que haga crecer, como árbol frutal a partir de ella, su propia sabiduría.
Por esto, el Bautismo es para mí un Sacramento con alto significado al inicio de la vida y por esto también el Agua es para mí, un signo con gran fuerza expresiva.
El Agua, al ser un elemento natural sin vida propia pero directamente vinculado a la vida, lo podemos significar o utilizar como metáfora de ese misterioso y maravilloso momento en el que, en el camino de la evolución, a partir de la materia, se genera la vida. El Agua es el elemento natural “sin vida” más ligado a la vida, tan es así que la existencia de agua en otros planetas es considerada como una fuerte señal de posibilidad de vida. Es el único alimento sin vida propia que nutre la vida. Podríamos decir que el agua es un elemento transicional entre la materia inerte y la vida.
Es por esto que el Agua debe funcionar como un elemento con gran fuerza simbólica en el Bautismo, y éste debe ser a su vez un Sacramento vigoroso de inicio de vida, con tres significados esenciales que se entrelazan y deben ser celebrados con gran alegría, y que en síntesis serían:
En primera instancia, para expresar el paso hacia la vida humana, es decir, debe ser un sacramento que recurriendo al agua como elemento simbólico que se vierte sobre este nuevo ser humano que llega, expresa nuestro reconocimiento y nuestro júbilo, porque en este pequeñito, una vez más, se ha transformado el ”SER”, para vivir la experiencia humana de Dios.
Derramar el agua sobre el pequeño, tendría también un segundo simbolismo fuerte como señal de que este nuevo ser humano, será nutrido por la experiencia y sabiduría (simbolizadas por el agua) de la comunidad que lo recibe (padres, padrinos, amigos….) y se hace responsable de vivir con él el camino de Jesús, pero que finalmente esta sabiduría heredada no tiene vida propia , sino que será él en su interior quien habrá de aprovechar e integrar esta agua (sabiduría) a su ser como nutriente para ser transformado en vida y crecimiento, dando en él fruto que pueda nutrir y contribuir con el crecimiento de otros.
Y finalmente el Agua adquiere fuerza con un tercer significado en este sacramento del Bautismo , como símbolo para ser derramado sobre todos los participantes de la ceremonia, en señal de que nos vigorizamos con este nuevo ser que enriquece nuestra existencia, que reconocemos y aceptamos el poder transformador y de crecimiento que nos brinda su ser en nuestras vidas, y nos comprometemos a desarrollarnos y expandir nuestra conciencia a partir de la sabiduría que surja de nuestra relación con él.