MI PROPIA RESURRECCION
En las últimas semanas, compartiendo con el grupo de este curso y con otras personas, he tenido la fortuna de experimentar una sensación muy placentera, ya que en todas estas conversaciones, han sido nombrados Dios y Jesús. Aquellos que siguen con su fe tradicional, en la cual tratan de seguir lo que la Iglesia marca como deber del cristiano, se refieren a Dios Padre y a Dios Hijo y se encomiendan a ellos para que les bendigan y les cuiden y les ayuden en sus necesidades. Oran una o dos horas diarias, hablo de mujeres mayores que, siendo madres de hijos ya adultos e incluso ahora con nietos y biznietos, encuentran en esa oración, una forma de seguir manteniendo hacia sus hijos, su protección. Otros, quienes tienen como figura principal a Dios, coincidiendo con nosotros en que Jesús no es Dios, pero conservando esa fe inagotable y comunicación diaria con Dios y con Jesús, aun cuando le llamen a María, Madre de Dios,
Leyendo que ni siquiera tenemos como cierto que el 25 de diciembre fue el día en que nació Jesús, una vez más comento que no me importa cuándo nació Jesús, porque hoy más bien creo que Jesús ha estado dentro de mi desde que me hablaron de él por primera vez, pero que hoy en forma consciente, Jesús ha llegado a mí como una luz llena de amor, de calor y de bondad, para acompañarme, para escucharme, para guiarme a encontrar las respuestas a mis dudas, a mis inquietudes, para recordarme que soy un ser humano con toda la capacidad para cumplir mis propósitos en la vida, pero fundamentalmente, para transmitir a todo aquél con el que hable, un mensaje de amor en una, diez, veinte o cien palabras, o simplemente con un apretón de manos o una sonrisa. Hoy me siento más invadida de amor que nunca. He de compartirles que debido a una experiencia difícil que enfrenté hace algunos años, me había como “dormido”, no puedo explicarlo en pocas palabras, por eso lo dejo así solamente, pero lo que sí es un hecho, es que hace algunas semanas que hablamos de la resurrección, reconocí días después que para mí se ha dado esta especie de resurrección, y no porque estuviera muerta, sino porque volví al camino del amor. Siempre he amado, pero ahora siento una paz y tranquilidad distinta dentro de mí.
Por ello, más que como un texto referente a Jesús, hoy día aplico la resurrección a mi misma, con gozo y con agradecimiento, por encontrar día a día diferentes formas de abordar el camino hacia Dios.
lunes, 7 de diciembre de 2009
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