LOS CINCO LLAMADOS RITUALES DE TRÁNSITO.
VIOLETA ELIZABETH ALVAREZ BARRAGÁN
BAUTISMO
Se pensaba que al ser bautizado se adhería a Jesucristo y por medio de los signos se realizaba una transformación interior, además se le acogía por una comunidad, era borrado el pecado original y se infundía la gracia santificante.
Ahora entiendo que esté o no bautizada soy hija de Dios y la gracia es un regalo, que no hay pecado original alguno porque somos creados por amor.
Nos bautizamos para ser humanos en plenitud, para decidir aceptar o rechazar a Dios y la decisión es pública, en sociedad, como hombre integrante de la comunidad.
Nos bautizamos porque creemos en la bondad del hombre y esperamos un mundo mejor. Queremos que la Iglesia sea hogar y signo de fraternidad.
El ser humano se va haciendo humano y no por bautizarse se hace cristiano. Al nacer el nuevo bebé hay que agradecer a Dios por el nacimiento y para que a través de su vida se vaya transformando en un ser libre, consciente de su misión en este mundo y con los demás.
Para mí sería mucho mejor bautizarme cuando estoy consciente de lo que quiero y a lo que voy, no nada más porque así debe ser, aunque por mi formación cuantas cosas se me vienen a mi cabeza.
Cuando los niños están muy inquietos me decían ya bautízalo para que se le salga el diablillo y como influía que al ser bautizados los veía más tranquilos. Así como que era necesario para la salvación.
CONFIRMACIÓN
Para mí la confirmación es hacerme responsable, comprometerme, formar parte de una comunidad y dar un servicio. Confirmar con acciones que quiero seguir el mensaje de Jesús y darlo a conocer, para eso necesito estar de acuerdo y querer hacerlo y que no sea impuesto.
Si un sacramento debe ser creador y fructífero, entonces es absolutamente requerido que tenga sentido y sea inspirador como signo. La confirmación significa don y misión.
Después del Concilio II sigue habiendo ambigüedades, en relación a la edad a la que debe llevarse a cabo, como lo comento al iniciar el escrito es mejor que cada quién lo decida.
Cómo me gustaría que los jóvenes descubran cuáles son sus carismas y que los pongan al servicio de la comunidad y que la celebración tenga verdadera relación con la vida.
UNCIÓN DE LOS ENFERMOS
En aquellos tiempos los médicos eran charlatanes o curanderos, entonces era mejor confiar en la fuerza de sanación que Jesús les había prometido a sus discípulos que en un poder humano muy insuficiente.
Al visitar al enfermo lo más importante es la imposición de manos que el rito de la unción porque al tocar al enfermo con amor puede tener una experiencia no tanto en la salud sino en una paz interior.
Jesús Hernández Carracedo considera que debería ser un sacramento celebrativo en el proceso de acompañamiento al enfermo y su familia. No es sólo para los últimos momentos sino un acompañamiento, acercamiento y presencia por el sacerdote al enfermo y su familia.
Creo que este sacramento lo podríamos dar los laicos, acercándonos más a los enfermos de los hospitales dándoles palabras de aliento y platicando con ellos.
ORDEN SACERDOTAL
El sacramento no es el sacerdocio, sino el rito de consagración. El presidente de esta comunidad no debe entenderse y comportarse como un maestro, él es servidor de todos y su derecho a tomar decisiones lo debe a la participación del Espíritu de Jesús en la comunidad.
Las comunidades cristianas necesitan presidentes no tanto consagrados, cuanto inspirados y creyentes sean éstos hombres o mujeres, que se sientan llamados a mantener la fe viva en Dios y en Jesucristo. Y nadie duda que hombres y mujeres casados pueden ser excelentes anunciadores o anunciadoras.
El celibato no se opone al matrimonio, el acoso sexual del clero es abuso de poder e injusticia. El que se lleve a cabo el ministerio podría ser casado con la aptitud de animar, servir y unir comunidades. Vivir sin relación sexual puede tener sentido, pero vivir sin amar deshumaniza (Juan Masiá).
Estuve leyendo varios de los artículos y estos comentarios me llamaron la atención:
Jesús no impuso a ninguno de sus apóstoles la obligación de vivir soltero. La imposición es una ley de la Iglesia Latina, no de la Iglesia Universal. Lo que Dios quiere es que el amor entre hermanos sea lo más intenso y lo más auténtico posible.
Una manera para que se incremente el número de sacerdotes es que quieran realizar una vida matrimonial sin perder su fe y sin abandonar su vocación.
En el Concilio de Nicea (325) una vez ordenados, los sacerdotes no pueden casarse. Después en el Concilio Vaticano I se establece la infalibilidad del Papa.
Juan Pablo II hace esta declaración en 1993 el celibato no es esencial para el sacerdocio, no es una ley promulgada por Jesucristo. En el evangelio encontramos la respuesta al sacerdocio, todo ser humano alberga su gracia y todos somos sacerdotes.
Yo creo que no hay ningún inconveniente en que los sacerdotes se casen siempre y cuando lleven a cabo su misión, de esta manera su experiencia sería más enriquecedora en todos sentidos. Así como que las mujeres también ejerciéramos este sacerdocio.
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