Los cinco llamados rituales de tránsito: Bautismo, confirmación, unción de los enfermos, ordenación sacerdotal y matrimonio.
Comentarios de Gustavo Gómez al Capítulo No. 14
El tema llama a reflexión nuevamente y a revisarlo todo.
En las últimas dos sesiones hemos revisado lo relativo a los sacramentos y estamos en el proceso de revisión de cada uno de ellos a detalle.
En estas últimas sesiones hemos señalado todo cuanto nos han dejado los sacramentos en lo personal y llama la atención el hecho de que en ningún caso, al haberlos recibido en sus diferentes etapas, nadie se sintió cobijado por el halo divino, o bien se sintió superior con la caparazón celestial, o vaya, ni siquiera notó un cambio en su vida.
Por qué sucede esto; simplemente porque los sacramentos no significan la entrega de ninguna divinidad, ni corazas divinas, vaya, ni siquiera tiene que significar un cambio en tu vida.
Los sacramentos han sido un amarre en silencio a la iglesia y a la religión, y en ningún caso buscan encontrar el camino del amor, felicidad, paz o fomentar una personalidad sana en las personas; simplemente o los tomas o vives en el pecado.
En el mundo moderno, las personas estamos en constante búsqueda de la felicidad y del amor, de algo más que casas, coches, viajes, escuelas con inglés y computación, vida social intensa, dinero y todo aquello que produce satisfacción inmediata.
Entonces pensaríamos si debemos re-significar los sacramentos de la iglesia católica.
Las preguntas serían ¿Porqué y Para qué? ¿deberíamos hacerlo?
Mi respuesta es un “NO ROTUNDO”.
Porqué:
Cuando iniciamos este Taller, los primeros capítulos nos señalaban que la estatua de Nabucodonosor se estaba derrumbando, ya que la base de la misma era de barro y no soportaba el peso de las piezas de arriba, por lo que el derrumbe era inminente.
Uno de los aspectos que se señalaban es que el lenguaje de la iglesia católica y todo lo que se decanta en el, correspondía a la edad media, y por tanto estaba estancado, rancio, obsoleto, rezagado.
Hemos revisado paso a paso todo lo concerniente a dogmas, ritos y mitos, y nos hemos dado de frente con la intransigencia y cerrazón de la estructura que gobierna los destinos de la iglesia católica.
Si las cosas están así y nuestra religión y sus poseedores celestiales están cerrados a no modificar sus estructuras y sobre todo, no están dispuestos a re-fundar la religión católica, nos preguntaríamos si en realidad vale la pena re-significar los sacramentos, los cuales están pensados, elaborados y bordados expresamente para esta religión.
Visto de forma coloquial, si tenemos en la iglesia católica a un carromato de madera viejo, sucio, apolillado y enmohecido y además resulta ser duro, incomodo, estático y obsoleto, que caso tiene colocarle aditamentos producto de la modernidad, como por ejemplo un sistema fuel-injection, o frenos ABS, o quemacocos, o bolsas de aire, o rines cromados con llantas de última generación y además asientos de piel, entre otros.
El resultado va a ser que tendremos una nueva carreta, que llamaremos la Carreta Frankestein, que ni es lo que era en el pasado, y mucho menos es el presente, ni lo representa. Y como resultante tendremos una carreta fea, hechiza, absurda, y disparatada.
ELos cinco llamados rituales de tránsito: Bautismo, confirmación, unción de los enfermos, ordenación sacerdotal y matrimonio.
Comentarios de Gustavo Gómez al Capítulo No. 14
El tema llama a reflexión nuevamente y a revisarlo todo.
En las últimas dos sesiones hemos revisado lo relativo a los sacramentos y estamos en el proceso de revisión de cada uno de ellos a detalle.
En estas últimas sesiones hemos señalado todo cuanto nos han dejado los sacramentos en lo personal y llama la atención el hecho de que en ningún caso, al haberlos recibido en sus diferentes etapas, nadie se sintió cobijado por el halo divino, o bien se sintió superior con la caparazón celestial, o vaya, ni siquiera notó un cambio en su vida.
Por qué sucede esto; simplemente porque los sacramentos no significan la entrega de ninguna divinidad, ni corazas divinas, vaya, ni siquiera tiene que significar un cambio en tu vida.
Los sacramentos han sido un amarre en silencio a la iglesia y a la religión, y en ningún caso buscan encontrar el camino del amor, felicidad, paz o fomentar una personalidad sana en las personas; simplemente o los tomas o vives en el pecado.
En el mundo moderno, las personas estamos en constante búsqueda de la felicidad y del amor, de algo más que casas, coches, viajes, escuelas con inglés y computación, vida social intensa, dinero y todo aquello que produce satisfacción inmediata.
Entonces pensaríamos si debemos re-significar los sacramentos de la iglesia católica.
Las preguntas serían ¿Porqué y Para qué? ¿deberíamos hacerlo?
Mi respuesta es un “NO ROTUNDO”.
Porqué:
Cuando iniciamos este Taller, los primeros capítulos nos señalaban que la estatua de Nabucodonosor se estaba derrumbando, ya que la base de la misma era de barro y no soportaba el peso de las piezas de arriba, por lo que el derrumbe era inminente.
Uno de los aspectos que se señalaban es que el lenguaje de la iglesia católica y todo lo que se decanta en el, correspondía a la edad media, y por tanto estaba estancado, rancio, obsoleto, rezagado.
Hemos revisado paso a paso todo lo concerniente a dogmas, ritos y mitos, y nos hemos dado de frente con la intransigencia y cerrazón de la estructura que gobierna los destinos de la iglesia católica.
Si las cosas están así y nuestra religión y sus poseedores celestiales están cerrados a no modificar sus estructuras y sobre todo, no están dispuestos a re-fundar la religión católica, nos preguntaríamos si en realidad vale la pena re-significar los sacramentos, los cuales están pensados, elaborados y bordados expresamente para esta religión.
Visto de forma coloquial, si tenemos en la iglesia católica a un carromato de madera viejo, sucio, apolillado y enmohecido y además resulta ser duro, incomodo, estático y obsoleto, que caso tiene colocarle aditamentos producto de la modernidad, como por ejemplo un sistema fuel-injection, o frenos ABS, o quemacocos, o bolsas de aire, o rines cromados con llantas de última generación y además asientos de piel, entre otros.
El resultado va a ser que tendremos una nueva carreta, que llamaremos la Carreta Frankestein, que ni es lo que era en el pasado, y mucho menos es el presente, ni lo representa. Y como resultante tendremos una carreta fea, hechiza, absurda, y disparatada.
En ningún caso obtendremos lo que estamos buscando, amor, paz, bienestar, crecimiento, fe adulta, o simplemente tranquilidad y por supuesto, ni hablar de trascendencia.
Para mí es definitivo, la estatua ya se derrumbó, ya está en el suelo, tenemos que construir otra.
Una vez construida, pensaremos en nuevos signos y nuevos sacramentos.
Nos tocó para bien o para mal, ser actores del proceso de cambio.
Ya no tenemos a la iglesia omnipotente y para mí, esa estatua ya francamente no existe.
Tenemos que construir una nueva fe, esa es nuestra tarea, una fe que nazca del corazón, de la conciencia, de la modernidad, de la unidad.
El pasado es historia, pero el presente construye una nueva historia.
Sigamos nuestro proceso y hagamos de nuestra tarea, un camino de fe, pero de fe adulta y moderna.n ningún caso obtendremos lo que estamos buscando, amor, paz, bienestar, crecimiento, fe adulta, o simplemente tranquilidad y por supuesto, ni hablar de trascendencia.
Para mí es definitivo, la estatua ya se derrumbó, ya está en el suelo, tenemos que construir otra.
Una vez construida, pensaremos en nuevos signos y nuevos sacramentos.
Nos tocó para bien o para mal, ser actores del proceso de cambio.
Ya no tenemos a la iglesia omnipotente y para mí, esa estatua ya francamente no existe.
Tenemos que construir una nueva fe, esa es nuestra tarea, una fe que nazca del corazón, de la conciencia, de la modernidad, de la unidad.
El pasado es historia, pero el presente construye una nueva historia.
Sigamos nuestro proceso y hagamos de nuestra tarea, un camino de fe, pero de fe adulta y moderna.
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