viernes, 19 de febrero de 2010

APORTACIÓN DE HUGO NAVA

Lamentación

¡Oh! ¡Dios mío!
He sido circuncidado;
Viajé a la montaña sagrada;
Participe en el rito de iniciación a la vida adulta;
Tributé al templo y a los sacerdotes;
Ofrecí banquetes al pueblo;
Aprendí oraciones y liturgias;
Vestí la túnica ceremonial;
Celebré a la Luna y al Sol,
A los equinoccios y solsticios;
He honrado y venerado tus imágenes y
Aún así… te siento distante.

Combatí a los herejes;
Te construí sinagogas, mezquitas,
Pirámides, catedrales, basílicas;
Bautice a mis hijos, peregrine a tus santuarios;
Sacrifiqué a mi primogénito y…
Solamente a unos cuantos te les has revelado.

Mantuve la pureza de la sangre y de mi pueblo;
Te agradecí las cosechas;
Acepté la promesa del paraíso;
No comí animales impuros;
Advertí a los paganos de los sufrimientos de los infiernos;
Hice circuncidar a mis hijas;
¡Porqué!, ¡Porqué te niegas conmigo!

He aprendido tu catecismo;
Cumplí con la asistencia a misa dominical;
Observe la pascua, ayuné, me abstuve de contacto sexual;
Temí tu poder; fui obediente a tus dogmas;
Rechacé al extranjero; Lapidé a los infieles;
Qué soy, qué hago, cómo vivo sin ti.

Te he buscado por todas partes, ¡dónde estás!
Te buscado en los textos sagrados;
En los profetas de Israel: Isaías y Jeremías;
En los libros sapienciales y de sabiduría;
En el Corán, en el Tao, en la Torá y el Talmud;
Tengo reliquias, las más codiciadas por los anticuarios
y los traficantes de arte sacro;
Visité San Pedro, Lourdes, Fátima,
Guadalupe, Jerusalén, Medina, la Meca;
Oré en Éfeso, ante la última morada de María;
Conocí la cueva del Apocalipsis, en la isla de Patmos
Y ¡No te me revelaste!

Estuve siete noches con prostitutas sagradas;
Hice donaciones de oro y piedras preciosas;
Te busque en el amor de las mujeres del mundo;
En la embriaguez de los mejores vinos;
Prediqué tu palabra puerta por puerta;
Quemé incienso en tus altares;
La intervención de curas y de pastores, no fue suficiente;
Solicité la mediación de hombres santos, poetas,
Rabinos, arzobispos, videntes, magos y chamanes,
Me prometían un encuentro contigo y… ¡Oh! ¡Oh! ¡Nada!

Rechacé la teoría de la evolución;
Maldije a Darwin, a Lutero, a Marx, a Nietzsche;
Quemé los libros prohibidos,
Destruí las imágenes que de ti construyeron;
Porque presencie milagros, curaciones, éxtasis divinos;
Sé de tu existencia pero no te encuentro, ¡Dónde habitas Dios mío¡

Viajé a los hemisferios sur y norte,
A Medio Oriente, visité la antigua Babilonia,
La media luna fértil;La India, -me sumergí en el Ganges-,
China, -converse con monjes taoístas-;
Aprisa medité con iluminados en un templo budista, salí;
Angustiado por ver tu imagen preferí beber elíxires, pócimas,
Comí los hongos mágicos de María Sabina y el Híkuri Huichol,
El cactus sagrado me curó, me quitó el sueño, el hambre y la sed;
Pero no te vi…
¡No habitas en ningún sitio Dios y no hay modo de llegar a ti!

Insistí,
Me volví perfecto;
Te canté himnos, odas, elegías,
Te hice construir monumentos;
Guarde el sábado; el domingo;
No codicié la mujer de mi prójimo;
Me volví célibe;
Renuncié a las riquezas y a los lujos
E hice de la austeridad una virtud franciscana;
Me sometí a las leyes; Acumulé meritos, bendiciones…
Pero todo ha sido en vano
Y me he sentido como el peor de los hombres;
Nada funciona; demando la locura,
¡Éste es un salmo inútil!

Cuernavaca, Morelos, febrero del 2010.

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